EL BESO DE JESÚS A UN MONAGUILLO
Cuando pasaron 6 meses luego de que Don José Rodrigo López Cepeda fuera ordenado sacerdote, su obispo lo envió a dirigir la parroquia sustituyendo a un sacerdote que llevaba allí más de 30 años como párroco. Al principio la experiencia con esa comunidad fue algo dura porque la gente del lugar estaba acostumbrada a su antiguo párroco. Según cuenta el padre , “la tarea aunque fue ardua, fue fecunda y no habría tenido luego tanta fecundidad sin la ayuda de un pequeño llamado Gabriel”.