UN DÍA PARA RECORDAR EN LIBANO


Trescientas mil personas
Marea humana en Beirut para escuchar al Papa: «Jesús exige actos concretos»

La Misa celebrada en el City Center Waterfront de Beirut, cercano al muelle de la ciudad, ha congregado a cerca de 300.000 personas para escuchar al Papa en el último día de su viaje apostólico al Líbano.

Benedicto XVI ha resaltado la importancia del "testimonio esencial que los cristianos deben dar aquí, en colaboración con todas las personas de buena voluntad".

Asistían a la ceremonia, entre otras autoridades, el presidente del Líbano, el alcalde de Beirut y el patriarca de Antioquía de los Maronitas, Béchadra  Boutros Rai 

  El Papa destacó durante la homilía que "el camino por el que Jesús nos quiere llevar es un camino de esperanza para todos", y que el servicio es "una exigencia imperativa para la Iglesia y, para los cristianos, el ser verdaderos servidores, a imagen de Jesús", como "elemento fundacional de la identidad de los discípulos de Cristo".

   Y para seguir una ‘Hoja de Ruta’ no solo entregó la Exhortación Apostólica firmada de su puño y letra, sino una invitación urgente a vivir el Año de la fe, que comenzará el próximo 11 de octubre, a fin de que “a lo largo de todo este año, se profundice la reflexión sobre la fe, para que sea más consciente, y para fortalecer la adhesión a Jesucristo y su evangelio.” 

   En clara alusión a la necesaria unidad entre las comunidades cristianas, recordó que “todo ministerio, todo cargo en la Iglesia, es ante todo un servicio a Dios y a los hermanos. Este es el espíritu que debe reinar entre todos los bautizados, en particular con un compromiso efectivo para con los pobres, los marginados y los que sufren, para salvaguardar la dignidad inalienable de cada persona.”
   Mencionó también a los que padecen las consecuencias de la violencia y de la falta de entendimiento, consolándolos por que “vuestro dolor no es inútil; Cristo servidor está cercano a todos los que sufren. Él está a vuestro lado, os colma de esperanza.

Y como si fuera un grito al cielo se preguntó: “¿Por qué tanto horror? ¿Por qué tanta muerte?”, invocando a la responsabilidad de la comunidad internacional y de los países árabes para que propongan soluciones viables que respeten la dignidad de toda persona humana, sus derechos y su religión.


   Benedicto XVI se trasladó en automóvil hasta el aeropuerto internacional "Rafiq Hariri" para la Ceremonia de Despedida, donde escuchó las palabras de agradecimiento y saludo del presidente de la República, el ex general Michel Suleiman. 
   En sus palabras finales, el santo padre manifestó su pesar por dejar el país “y el deseo de volver”. En un discurso matizado con símbolos de la cultura libanesa --entre los cuales mencionó la comida, para explicar el calor y la acogida con que le han recibido los pueblos del Medio Oriente--, hizo una invocación “para que Dios conceda al Líbano, a Siria y al Oriente Medio el don de la paz de los corazones, el silencio de las armas y el cese de toda violencia, y que los hombres entiendan que todos son hermanos.”
   Consciente quizás, de la atención que ha generado su visita en los países árabes y en aquellos lugares donde el cristianismo no vive en libertad sino en conmoción, el papa destacó que durante la visita todos han podido ver “a los cristianos y a los musulmanes reunidos para celebrar la paz.”

   No quiso despedirse sin mencionar a la Virgen María, “nuestra Madre, que comprende nuestras preocupaciones y necesidades”. Para luego encomendarle el Medio Oriente bajo su maternal protección, junto a los patriarcas y los obispos allí presente.
   Hoy damos gracias a Dios, por los frutos que se pueden recoger después de la presencia del Santo Padre en estas tierras.

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