NO SABER QUE DECIR...........


     UNA  DISYUNTIVA  QUE  OCURRE  CON  BASTANTE  REGULARIDAD...... NO  QUEREMOS  QUE  LA  CONVERSACIÓN  TERMINE,  PORQUE  ENCONTRAMOS  ESE  MOMENTO  PROPICIO  PARA  SOLUCIONAR,  ARREGLAR,  O   ESTAR  A  GUSTO  CON  ESA  PERSONA.........



 En general, se educa a la gente a que es mejor callar que hablar, que “en boca cerrada no entran moscas”, o en lenguaje folclórico: “calladito te ves más bonito”. No tiene que ser así.

    Dicen también que uno se arrepiente más de lo que dice que de lo que calla, y en general es cierto, cuando lo dicho se hace bajo presión del enojo, la ira o la desesperación, por ejemplo. En esas ocasiones, las personas tienden a decir cosas de las que después se arrepienten, sobre todo cuando ofenden a otros o les faltan al respeto. También en esos casos altamente emocionales, las personas tienden a revelar cosas que no debieron decir, como revelar confidencias.

Pero la petición de callarse y no decir cosas que pueden ser incómodas, comprometedoras o indebidas tiene y debe tener límites. Una mala interpretación de la diplomacia en las relaciones políticas es que se debe ser “políticamente correcto”, esto es no incomodar al adversario o a otros personajes del medio político. Pero no tiene tampoco que ser así.


Cuántas veces, por no haber dicho perdón, lo siento, en el momento adecuado, las personas se arrepienten de haberlo dejado pasar. En estos casos, la soberbia (ese amor propio mal entendido y exagerado) nos impide decir a quien hemos dañado, material o afectivamente, que reconocemos el error y estamos arrepentidos.

Así, cuando pensemos que es el momento de decir o preguntar algo importante, que pueda afectar desde asuntos nimios pero útiles hasta vitales, debemos hablar. Claro que no debe alguien dejarse llevar por un arrebato temperamental, sobre todo cuando bajo sus efectos se lastima a otros, pero sí se debe hablar cuando es el momento, y la posibilidad de arrepentirse de haberlo dicho será muy relativa.

“Sabia virtud de conocer el tiempo, a tiempo amar y retirarse a tiempo” escribió Renato Leduc. Pues bien, igualmente es válido “a tiempo hablar y callarse a tiempo”. Y esos tiempos, hay que aprender a reconocerlos.


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