“El sufrimiento es horroroso. Pero el sufrimiento, la enfermedad, el dolor y la muerte son la cara de una realidad efímera. El sufrimiento, curiosamente, no deja indiferente a todo el mundo. A algunas personas, el sufrimiento los destruye; a otras muchas, que no son creyentes, los cambia, los hace mejores seres humanos, les quita una parte de esa soberbia, esa prepotencia, porque el sufrimiento te abaja, te hace más cercano. El sufrimiento te abre los ojos, porque vivimos borrachos. Y, mucho más, el hombre occidental vive inmerso en esta situación”.
Cuando has perdido un hijo A menudo hay personas que le piden palabras para consolar a padres que han perdido un hijo. Pero no hay consuelo humano y menos con palabras, aunque sí dolor compartido y esperanza en Cristo.
“Yo solo les puedo decir que les quiero, que sé perfectamente lo que están pasando. Que es un dolor horroroso, que no es humano, que no se puede aceptar porque humanamente es inaceptable y, que yo, desde aquí, les diría que rezo por ellos. Ya sé que ellos no quieren eso ahora. Y que, si pudiera, les abrazaría. No hay frases ni tópicos. No soy quien para darles un consejo: solo les puedo decir que Cristo vive, que hay esperanza. Que es inaceptable y que ahora mismo no tendrán ni fuerzas y, por tanto, que no me vengan con tópicos ni con frases hechas. Pero que el Señor está ahí, que el Señor está esperándoles con su niño ahí, en el Cielo. Y eso lo creo profundamente. Que tengan esperanza. Y que si tienen un poquito de fe, que recen, que recen mucho. Que la oración es tremenda. Y que apuesten por la vida, que el Señor les devolverá ciento por uno. Que sigan amando, que sigan apostando por la vida. Que si pueden tener hijos, que tengan hijos. Que cada hijo es un regalo inmenso de Dios”.
Un día que empezó bien, y acabó terriblemente Fue un impacto tremendo. Era su primer año al frente de los servicios médicos del Real Madrid, le acaban de dar el “cum laude” por su tesis doctoral, sus padres estaban encantados, el Real Madrid ganaba por 3-0 en un importante partido… y en ese momento le avisan de que el niño está en el hospital, muy mal. Tras seis horas de esfuerzos médicos, Álvaro murió.
El médico Del Corral describe con exactitud su dolor, físico, que no deja respirar y oprime el corazón.
Una frase bíblica... y una experiencia mística Después de 3 días con ese dolor, “mi mujer y yo tuvimos una pequeña discusión. Y entonces, en medio de la irritación, pues no sé, me senté en un cuarto, había una Biblia y la abrí. Entonces, me parece que era San Mateo, era el evangelio en el que el Señor dice: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Cuando leí esa frase, paré de leer. Me quedé un poco pensativo, pero seguía con el mismo dolor, con la misma agonía, con el mismo sufrimiento y salí a caminar”.
“Entré en una iglesia de Madrid, en la calle Alcalá, que hace esquina con Gran Vía. No me acuerdo bien cual era. Estaba muy oscura. Prácticamente no sé lo que había, sí que había una lucecita del sagrario, del Santísimo y en toda la iglesia no había nada, solo se veía la luz, degeneraba un poco, y se veía una frase. ¡Otra vez la misma frase!: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Bueno, también seguía sintiendo el mismo dolor, el mismo sufrimiento, la misma agonía… ¡Pero qué cosa más rara! Y me acosté. Por supuesto, no dormía”.
“Dormía muy poco. Y me parece que era al alba, era junio pues sería a las cuatro, a las cinco de la mañana, serían las cinco, cinco y media, no podía dormir, paseaba y entoncesentré en el cuarto del niño, y, mirando sus cosas, me quedé mirando una serie de cosas y, de pronto, al coger una cosa, se me cayó un cuaderno del niño. Era un cuaderno de escritura del niño. Y en el cuaderno de escritura, iba poniendo: la rosa, la manzana. Y, cuando abro la última hoja, la última cosa que escribió el niño es: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Y, con la escritura del niño, que la primera era muy buena y la última ya era una escritura que iba bajando, en ese momento, yo sentí una experiencia de Dios”.
“Sentí una presencia del que yo llamo “El Resucitado”. El dolor no es que desapareciera, es que, o cambió, o yo sentí la presencia de “Alguien”, que compartía conmigo ese dolor. Que, a partir de ese momento, yo sabía que había Algo y ese Algo lo iba a encontrar”.
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