QUIEN ME COMPRENDE?????
Motivarnos a nosotros mismos (la automotivación) puede ser sencillo. Más complicado es mantener esa motivación en el tiempo, pero contamos con una ventaja: conocemos “qué nos mueve”; cuáles son nuestros valores, nuestros gustos, nuestros objetivos…
En estos días de vacaciones, se habla más, se cuentan situaciones por las que pasamos o hemos pasado, y es el momento de saber acertar con un buen consejo, que es el principio de comprensión, de darnos cuenta hasta que punto a esa persona le afecta ese problema, y cómo podemos ayudarla.
¿La hacemos pensar como nosotros para que vea lo que le conviene?
Ése es el error. Para motivar a alguien hay que ponerse en sus zapatos.
Hacer lo contrario sería condicionar o manipular a una persona para que adopte nuestras ideas y de ahí saque la fuerza para avanzar. ¿Es que nuestra forma de pensar es la mejor?
Para nosotros, sí. Y está bien que así sea. Nosotros decidimos qué es prioritario en nuestra vida en base a nuestros valores. Decidimos qué vale más: ganar o participar; el tiempo de ocio o la excelencia en el trabajo; la pasión o la contención, etc.
Nuestras elecciones dependen de esas prioridades. Cualquier cosa que elijamos que esté de acuerdo con nuestros valores va a beneficiarnos, pero no tiene porqué hacerlo con otra persona que tenga valores distintos.
Por lo tanto, el primer paso para motivar a una persona es identificar cuáles son sus valores, que pueden ser opuestos a los nuestros. Y, en lugar de intentar motivarla llevándola a nuestro terreno, ponernos en el suyo.
Cuidar mucho las palabras, las opiniones, .....sin querer podemos hacer sufrir más.