CONTEMPLAR A CRISTO EN EL CALVARIO


Chispa  se  toma  unos  días  libres,  no  sin  antes  dejar  aquí  algunas cosas  que  se  podrían  decir  de  estos  días  de  Pasión, 
No sólo  la  figura  del  Señor.....que  ya  es  mucho....pero  hay  personajes  que  hacen  pensar  por  su  bondad  o  su  maldad.....  somos  así  los  humanos.
Estos  días  contemplando  las  imágenes  y  el  sentir  de  la  gente.....es  inevitable  pensar  ¿les  llega  todo  ésto? ¿porqué  luego......ya  su  vida  discurre  de  otra  manera?


Incoherencia  pura....."capillitas",  como  dicen  en  Andalucía. Qué  pena.... que  no  sirva  para  remover  nuestra  vida.
Entre la multitud de hombres y de mujeres que contemplaron a Cristo en el Calvario, dos hombres siguen con la mirada todos sus movimientos.
Uno está muy cerca del Crucificado; respira al unísono con Él; llega casi a sentir el palpitar de su corazón; y abre los ojos en el anhelo de no perder ni un detalle de los últimos minutos del hombre que está muriendo ante él.  Se pregunta:
¿Quién acompañará a quién en el último suspiro; él  a mí; o yo a él?
Es el buen ladrón.
Algo lejos del lugar donde están alzadas las tres cruces, otro hombre no aparta los ojos de la Cruz central. En silencio, espera que suceda algo extraordinario. Que el Crucificado baje de la Cruz y se deshaga de sus enemigos a golpes de fuerza.
Es Judas.
El Calvario comienza a llenarse de oscuridad. Se desvanecen los últimos gritos y los clamores, los llantos y los lamentos de la multitud. Cada uno, caminando sin rumbo, desorientado, regresa a su casa.
El buen ladrón increpa y manda callar a su compañero, que con sus gritos le impide seguir con atención los últimos minutos del Señor. La oscuridad se convierte, dentro de su corazón, en luz  esplendorosa. Y en el rostro abatido por el cansancio, el dolor de la corona de espinas, el hambre y la fatiga, Dimas, nombre que la tradición le ha asignado, descubre la sonrisa de Cristo.

Dimas, fija su mirada en Quien está a punto de exhalar el último suspiro, y eleva su espíritu a las alturas de Dios, a las alturas de la Cruz.
-“Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu Reino”.
-Hoy estarás conmigo en el paraíso.
Jamás en la tierra se había oído, ni se oirá un diálogo tan breve, y tan penetrado de sentido y de inmensidad. El encuentro de Dios  en la cruz con el hombre pecador, que clama su misericordia.
Judas, sin atreverse ya a alzar la voz, musita entre dientes su protesta, su rebelión, su miseria:
-Si eres el hijo de Dios, desciende de la cruz, y todos creerán en Ti.
Sus palabras se pierden entre el rumor de las últimas voces de mando. La cohorte ha de estar preparada para el momento de la muerte de los crucificados: quebrar las piernas es el certificado de defunción.
El Señor entrega su espíritu al Padre. La sonrisa redentora de su rostro cierra las palabras finales:
“Todo está consumado”.
La luz del Cielo se abre en los ojos del buen ladrón. Los ángeles abren las puertas del Paraíso, y lo presentan a Dios.
La oscuridad petrifica el corazón solitario y aislado de Judas. Sus ojos se transforman en tinieblas, ante la dura mirada del diablo. ¿Quitará alguien jamás la piedra que cierra la entrada a su tumba?
La Cruz se desploma, vencida, en el sepulcro. El alba espera ya, en silencio anhelante, la Resurrección.
La  Vida  pudo  mas  que  la  muerte,  siempre  El  estará  acompañándonos, si  tu  quieres.......
Que  en  la  balanza  de  nuestra  vida,  esta  Pasión  dolorosa,  nos  ayude  a  crecer  en  el  deseo  reconocerle  como  Dimas,  para  no  ser  tan  "light".  

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