ADICIÓN AL LIKE.......
El sabado estuve en la comisaría cerca de dos horas, íbamos llegando con nuestra cara de descomposición por las denuncias que llevábamos......transcurría el tiempo y a los pocos minutos estábamos todos con móvil en mano...... cada uno a lo suyo....aproveché para borrar cientos de mensajes que ya no tienen validez.....los demás alguno jugaba.... otros????? pero así pasamos el tiempo.
El mecanismo de enganche puede estar biológicamente condicionado. En un artículo en The Guardian, Adam Alter, profesor de marketing de la Escuela de Negocios Stern, de Nueva York, alude a los trabajos del psicólogo Michael Zeiler, quien en la década de 1970 realizó un experimento con palomas: puso un botón al alcance de las aves, y cada vez que estas lo picaban, salían guisantes por una canalita. Algunas veces, sin embargo, no obtenían nada, pero se mantenían picando insistentemente, por la posibilidad de que en algún momento se reanudara la alimentación.
Alter traza un paralelo entre el experimento de Zeiler y la actuación de un usuario cualquiera en Facebook. Según dice, el que navega en esa red “juega al azar” cada vez que publica una foto, un link o una actualización de su estado. Que un post no reciba ningún like puede ser percibido no solo con dolor –una acción que se entiende positiva no ha sido correspondida con una reacción positiva–, sino además como una condena pública, “como si no tuvieras suficientes amigos online o, aun peor, como si no hubieras impresionado a estos amigos.
Como las palomas, nos sentimos más empujados a buscar la retroalimentación cuando esta no está garantizada. Facebook fue la primera red social en introducir el botón like, pero otros tienen ahora funciones similares. Se puede dar likeo remitir tuits en Twitter, fotos en Instagram, posts en Google+, columnas en Linkedln y vídeos en Youtube”.
Les importamos a los demás, y ello dispara en el cerebro la liberación de dopamina y oxitocina, hormonas, una, que potencia la sensación de placer, y otra, que actúa contra el cortisol, la hormona del estrés. Sentirse querido y arropado es, sin duda, agradable, y si las redes sociales –a las que se puede acceder únicamente pulsando los botones de un dispositivo– ofrecen ese sentimiento de satisfacción, no será fácil hacer que la persona despegue sus ojos del móvil, que al fin y al cabo es el vehículo entre ella y su “felicidad”.
La adicción está, pues, servida.