LA ERA DEL GRITO
Me atrevo a decir que vivimos la “era del grito”, sólo hay que ver el intercambio de insultos a través de las redes sociales. Muchas personas responden agresivamente a las publicaciones ajenas, sintiéndose protegidos por la pantalla de la computadora, como si estuvieran en el anonimato, tal es la violencia con que se expresan virtualmente.
Y la gente se debilita, se siente mal, porque todo ese malestar que cubre las relaciones, interfiere con nuestra autoestima, nuestra respiración, nuestra esencia.
Y la gente queda herida, triste, porque no ve gentileza, educación, no recibe gratitud, ni sonrisas sinceras. Porque ya tenemos tanto bagaje para cargar, ya hemos creado tantos problemas propios, que nadie más necesitaría molestarnos con asuntos que no son nuestros.
Desgraciadamente, jamás tendremos poder sobre el comportamiento de las personas a nuestro alrededor, ya que nadie parece querer perdonar a nadie, hoy en día, mucho menos escoger las palabras y ponderar el tono de voz o la escritura. Lo que podremos – y debemos – hacer es controlarnos a nosotros mismos, intentando equilibrar nuestros sentimientos en la medida en que recibimos los golpes que tenemos delante. Si el otro no tiene frenos, lo frenamos por dentro.
El hecho es que la forma como la violencia y la agresividad son acogidas determinarán el grado de su intensidad en el otro. Eso quiere decir que la manera como recibimos lo que nos ofrecen es lo que importa, pues agarramos sólo lo que queremos. No es fácil, pero es esencial ignorar lo malo e inútil que llega a nosotros, con elegancia y firmeza. Si los gritos resuenan en el vacío, si los arrebatos agresivos no encuentran terreno donde instalarse, el dolor no sigue adelante.
Si bien nos vamos a decepcionar con las personas y con lo que dicen – con la forma en que lo dicen -, no podemos acumular la negatividad que nos rodea aquí dentro, o nos volveremos cada día menos fuertes para buscar nuestros sueños.
Tenemos que luchar con lo que tenemos, así como debemos dejar que las personas se las apañen con lo que tienen, con la violencia que cargan. Además de eso, siempre habrá jardines amables y coloridos donde podremos reposar nuestras fuerzas, junto a quien sabe argumentar sin agredir a nadie.