COMO USO MI LIBERTAD
Un modo de empezar a ser más libre consiste en acostumbrarte a pensar en las consecuencias de tus decisiones y asumirlas antes de llevarlas a cabo, en ser más consciente de lo que implica lo que vas a hacer.
Donde asignamos un significado y una importancia mayor a la palabra libertad es en la dimensión espiritual personal y en el campo social y político. Muchos la entienden como sinónimo de derecho: libertad de expresión, libertad de asociación, libertad religiosa; es decir, como ausencia de coacción o injusta limitación a la hora de decidir.
La ven como algo exterior a la persona, y cuando no existen todas las opciones deseadas ya no existe libertad o es menor. Se asemeja algo aunque no sea exactamente lo mismo a lo que parecía reclamar el endemoniado encadenado del Evangelio. Pero existe otro sentido, que se fija más en el contenido: estar libre es estar disponible, vacío, no ocupado ni lleno (un taxi). Y así implica una carencia, una imperfección, señala que le falta algo que debe alcanzar. ¿No te sorprende un poco que la libertad pueda ser tantas cosas a la vez? Aunque, como luego verás, en realidad se puede reducir a dos modos distintos de plantear las cosas.
La libertad está implícita, como escondida, en todas las razones y decisiones de cada persona: ¿por qué despediste a esos empleados de la empresa?, ¿por qué no quieres tener al hijo que crece en tu vientre? Y también en muchas de sus dudas e incertidumbres: ¿hago un máster o una oposición?, ¿me voy al extranjero a trabajar o lo intento aquí?, ¿me caso ya o espero a reunir algún dinero? Las decisiones humanas son fruto de la libertad, que incluye la capacidad de elegir, y afectan al mundo que nos rodea. Sus efectos son a veces pequeños, y otras veces considerables, pero siempre reales. Lo que haga una sola persona tiene que ver, de un modo u otro, con las demás; y, en buena medida, es impredecible, no está fijado de antemano.
Siempre he tenido ansias de ser libre, de no tener ninguna atadura; pero a medida que iba creciendo me daba cuenta de que cuanto más libre pensaba y quería ser más se me complicaba la vida. Ser libre me suponía elegir, y quería elegir bien, pero esa opción siempre acababa comprometiéndome con algo, con alguien, con una situación, teniendo que abandonar otras no tan preferentes pero a menudo también válidas. La libertad a veces cansa; veo situaciones en mi vida que no van pero... es tan costoso decir ¡basta! y cambiar el rumbo..