SEGUIR NUESTRAS INTUICIONES
Para Albert Einstein lo único verdaderamente importante era la intuición. No es magia ni embrujo, sino esa sutil capacidad que nos hace inclinar la balanza hacia un lado, ella quien en poco más de dos segundos nos permite valorar si una persona es de fiar o no.
Si por algo ha interesado desde siempre el estudio de la intuición, es por ser esa estrategia que guía gran parte de nuestras decisiones cotidianas. Tomar un camino y no otro, desconfiar de alguien, declinar una oferta de trabajo, aceptar un proyecto… Hay quien medita mucho las cosas, otros, en cambio, se dejan llevar por ella: por la intuición.
Nadie puede garantizarnos que por seguir nuestra intuición vayamos a tomar las decisiones más exitosas. No obstante, lo que sí conseguiremos es un aspecto igual de importante: actuar de acuerdo a nuestras esencias, valores, emociones y valoraciones obtenidas de acuerdo a nuestras experiencias previas. Daremos un paso con adecuado equilibrio interior.
- La intuición forma parte de lo que se conoce como “inconsciente adaptativo”. Cada cosa aprendida, sentida, interiorizada, pensada y experimentada crea un poso de sabiduría única y particular que nos define. Es nuestra esencia, es un “capital mental” que usamos casi sin darnos cuenta cada día.
- El poder de la persona intuitiva reside en saber usar este capital como canalizador. El buen intuitivo sabrá separar todas las ramas del bosque para encontrar el camino en medio de la encrucijada. Porque decidir es al fin y al cabo el arte de descartar, y lo creamos o no, la intuición es una herramienta formidable.
- Los mensajes que suele enviar la intuición son a veces algo complejos: sensaciones, formas, palabras… Es tarea nuestra saber interpretarlas. Cuanta más libertad demos a nuestra mente, sin prejuicios o barreras, más aflorará nuestra intuición.
La inteligencia intuitiva puede entrenarse cada día siempre y cuando nos permitamos ser más libres de pensamiento y, a la vez, receptivos a nuestras emociones.
La intuición no es solo cosa de mujeres, todos disponemos de esas ráfagas de luz mental, de esas corazonadas que nos guían hacia un opción muy concreta que al final, puede ser la acertada. Vale la pena dejarnos guiar por ellas, por ese lenguaje tan especial…
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