SILENCIO: PARTICIPACIÓN DEL SER
El silencio de Pablo Neruda es, posiblemente, uno de los poemas más bellos jamás escritos. En él se nos anima a que, al menos por un momento, nos quedemos quietos y callados. Es una invitación a la participación del ser a través de la naturaleza. Es reencontrarnos con nuestras esencias para abrazar la bondad y el respeto, permitiendo que cada pieza desordenada vuelva a su lugar.
Borges, por su parte, expresó en uno de sus poemas la belleza y la hondura que se contiene en el silencio como dimensión reveladora, ahí donde recordar quiénes somos y qué amamos. Ahora bien, entre todas esas piezas poéticas y musicales, el mensaje que nos dejó Neruda con su oda El silencio sobresale entre todo este legado cultural por varias razones. Es una invitación a quedarnos inmóviles, a detener el engranaje de nuestras máquinas y ese sentido de humanidad artificial y vacía para recordar qué es lo más importante…
Se nos ha olvidado que el silencio tiene poder, que es didáctico y que como si de un sortilegio se tratase, es capaz de potenciar en nosotros aspectos que creíamos olvidados. Neruda evoca en su poema un canto a la reflexión conjunta, sin importar nuestro idioma. Nos indica, al igual que hacemos a veces con los niños, a que contemos hasta doce y nos quedemos quietos.
Es momento por tanto de detenernos y pararlo todo, nos dice. Es hora ya de permanecer inmóviles, solo por un instante, dejando los brazos caídos para sumergirnos en esa dimensión a veces incómoda que es el silencio. Tal vez, al dejarnos atrapar por esa mansa quietud, por ese espacio entre nota y nota que decía Debussy, nos demos cuenta de lo que estamos haciendo con nuestras vidas. Y con el mundo.
El silencio es una herramienta terapéutica a menudo descuidada y de la que todos deberíamos hacer mayor uso. Los silencios son los acomodos del pensamiento y ese espacio donde comprender mejor a los demás, aprendiendo a ser más compasivos y cercanos con quienes nos rodean. Porque el silencio nos permite escuchar y también nos permite ver con mayor delicadeza y atención.
Así que hagámoslo, contemos hasta doce y callemos. Dejémonos abrazar por el silencio.
Comentarios
Publicar un comentario