LA VIRGEN SUEÑA CAMINOS

 

Llegamos   a los  días  más  esperados  de  todo  el  año;  para  todos,  si,  porque  comprendo  que  hay  personas  que  sólo  ven  en  estas  fiestas  un  momento  especial  de  reunirse  con   la  familia,  que  a  veces  son  días,  meses,  años  que  no  se  han  visto.

Este  año,  tendremos  que  reinventar  todo  para  encontrarnos,  pero  gracias  a  las  tecnologías  nos  veremos,  quizá  con  más  emoción  porque  lo  que  nos  gustaría  sería  unos  besos,  abrazos,  sentarnos  juntos  alrededor  de  una  mesa todos. Y  este  año  más,  porque  habrá  muuuuchos  vacíos,  y  eso  nos  pesa  más.

 

 

Haremos  lo  que  sea  para  vivir  la  alegría  propia  de  esta  Nochebuena,   sobretodo  si  hay  niños  pequeños  que  disfrutan  estos  días  con los  Belenes,   las  luces,  los  villancicos,  el  Papa  Noel.......y  estaremos  a  la  altura  de  sus  ilusiones.

Hay  un  villancico  que  lo  podéis  escuchar  en  esta  página,  especial  para  estos  días.  

"La  Virgen  sueña  caminos"  está  a  la  espera
   La  Virgen  sabe  que  el  Niño  esta  muy  cerca.

Ella  acude  a  Belen  a  empadronarse,  haciendo  el  camino  en  un  borrico......
Tu  eres  madre,  cuando  te  pones  de  parto ¿te  pilla  en  un  borrico?  No  creo,  estas  en  un  hospital  con  todos  los  cuidados  y  cariños  para  el  momento. Ella  va  en  silencio,  hablando  su  Niño.

Pero  le  llega  el  momento  sublime  porque  el  que  nace  es  el  Niño  Dios.  Un  Niño  que  ya  viene  con  una  misión,  salvar  a  los  hombres,  redimirnos  del  pecado  original

Los  que  soñáis  y  esperáis  la  Buena  Nueva
Abrid las  puertas  al  Niño  que  está  muy  cerca

Imitando a los pastores, también nosotros nos movemos espiritualmente hacia Belén, donde María ha dado a luz al Niño en un establo,  “porque —dice San Lucas— no tenían sitio en el alojamiento” (2,7). 

El Papa Francisco  nos  recordaba "El árbol de Navidad con  sus  luces  nos  recuerda que  Jesús  es  la  luz  del  mundo,  es  la  luz  del  alma  que  ahuyenta las  tinieblas."

Ahora  parece  que  vivimos  en  medio  de  esas  tinieblas,  incluso  estos  días  amanecemos  con  una  nieblas  profundas......y  así  podemos  estar  en  nuestro  ánimo.  Por  eso  hemos  de  acogernos  a  este  Misterio  de  Belén  para  que  nos  aumente  la  Fe  y  la  Esperanza,  de  saber  valorar  lo  que  tenemos  en  nuestro  corazón, de  saber  valorar  tantas  cosas  buenas  y  que  echamos  de  menos  cuando  ya  no  están.

Navidad,  distinta  por  las  separaciones,  pero  más  cercanas  en  el  corazón,  con  la  Luz  de  Dios,  no  la  de  los  hombres. 

“Jesús, en el pesebre, nos muestra el camino de la ternura para estar cerca, para ser humanos”.  Ternura,  que  palabra  tan  profunda  que  expresa  nuestros  sentimientos. El pesebre es una catequesis de esta realidad, de lo que se hizo ese año, ese día, que hemos escuchado en el Evangelio. 

San Agustín, reflexionando sobre su camino de conversión, escribe en sus Confesiones: “Todavía no tenía tanta humildad para poseer a mi Dios, al humilde Jesús, ni conocía las enseñanzas de su debilidad” (Confesiones VII, 8). ¿Y cuál es la debilidad de Jesús? ¡La “debilidad” de Jesús es una “enseñanza”! Porque nos revela el amor de Dios. La Navidad es la fiesta del Amor encarnado, del amor nacido por nosotros en Jesucristo. Jesucristo es la luz de los hombres que resplandece en las tinieblas, que da sentido a la existencia humana y a la historia entera.


Nos podemos convertir un poco en niños y permanecer contemplando la escena de la Natividad, y dejar que renazca en nosotros el estupor por la forma “maravillosa” en la que Dios ha querido venir al mundo. Pidamos la gracia del estupor: delante de este misterio, de esta realidad tan tierna, tan bella, tan cerca de nuestros corazones, el Señor nos dé la gracia del estupor, para encontrarlo, para acercarnos a Él, para acercarnos a todos nosotros.

Sigamos este camino. Pasemos  unos  días  sobrevolando  lo  que ocurre  ahora  en  esta  tierra  ¡Feliz Navidad! (Papa Francisco 20.12.20)

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