EDUCACIÓN, PLURAL, MAS LIBRE Y CON MAS EQUIDAD

 Una sociedad que alcanzara grandes avances, que fuera protagonista de un gran desarrollo económico, científico, cultural, social… pero que fracasara en la educación de la siguiente generación… sería sin duda una sociedad fracasada, entre otras cosas porque todos aquellos logros se perderían.

Una sociedad inteligente debe dedicar a la educación sus mejores energías, su mejor talento, sus mejores recursos y su mayor ilusión.




La educación necesita un mensaje y un enfoque siempre proactivo, de esperanza, de esfuerzo, de superación. Un relato que resulte realmente inspirador para toda la comunidad educativa. Un empeño que permita atraer el mejor talento para la educación, y que haga que el compromiso por educar, tanto en la familia como en la escuela, tenga cada vez mejor consideración y reconocimiento social.

Además, la educación debe hacer a la sociedad cada vez más plural, más libre, con más equidad. Una educación en la que aprendamos a convivir, a alcanzar acuerdos, a comprometernos todos en la construcción de un mundo mejor.

Los centros suelen tener un «plan de convivencia», elaborado con la participación de toda la comunidad educativa, que concreta las normas, estrategias de prevención y resolución, así como una tipología de faltas de diverso grado, teniendo en cuenta circunstancias atenuantes o agravantes, con las correspondientes medidas correctoras. Suele concretar los derechos y deberes de alumnos, padres y profesores. De acuerdo con ese «plan de convivencia», el centro educativo sancionará los actos considerados contrarios a la convivencia, con la obligación de poner en conocimiento de los cuerpos de seguridad o del Ministerio Fiscal aquellos actos que puedan ser de su competencia.

La prevención y erradicación del acoso escolar exige el compromiso de todos. Se debe recordar que cualquier alumno o adulto que observe un caso de intimidación debe hacer lo posible para impedirlo, e informar cuanto antes a quien lo pueda resolver. Es necesario que toda la comunidad educativa se comprometa a colaborar para que los alumnos adopten un comportamiento positivo, y enseñarles cómo reaccionar en caso necesario. 

La educación no necesita ir contra nadie. No sobra nadie en esta grande y noble tarea de educar. Hay que evitar ese frentismo del que hemos hablado, que se manifiesta en dualidades del tipo pública versus concertada, o laico versus confesional, o izquierdas versus derechas, o conservador versus progresista. Porque al final son retóricas maniqueas que contaminan los debates y quitan del horizonte la verdadera búsqueda del bien del alumno, de las familias, de los profesores, de los centros, de toda la comunidad educativa y la sociedad en general. El pacto educativo debe proteger la diversidad de centros, que garantiza una oferta plural.

Es preciso apostar por una educación de calidad, plural, accesible a todos. Apostar por la equidad, por la igualdad de oportunidades, por la mejora continua de la educación, una buena educación sin apellidos, sea pública, privada o concertada.  Para alcanzar un pacto lo que hace falta es «más generosidad y más amor a la educación». Dejar en segundo plano los intereses políticos particulares y centrarse con generosidad en lo que de verdad necesita la educación.


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