Viajera incansable, mujer de acción, erudita de la historia, políglota, amante del arte y los deportes, capitana de empresas, regia o soldado –según se tercie–. Todas ellas han sido la duquesa, todas se mezclan en un friso variopinto que hoy sirve para describirla. Sin embargo, Cayetana era, sobre todo lo demás, una mujer apasionada . En una ocasión, cuando yo escribía su biografía, topamos con una poesía de Enrique Gómez Carrillo que le encantó. En algunos de sus párrafos se vio reflejada cuando ella misma confesó ser “un espíritu libre, que intenta hacer siempre lo que le sale del pie, siempre que no perjudique a nadie. Soy libre… libre” . En palabras de Carrillo, esas que hoy introducen las páginas de su biografía y que tan bien la describen, sin saberlo, dice: “He amado, he soñado, he creído, he esperado, he sido libre, me he embriagado de todas las copas de la pasión, he orado en todos los santuarios del mundo, y si he padecido, también he goz...