ME LO PIDO!!!! FRASE DE LOS NIÑOS...



“¡Me lo pido todo para Reyes!”



   Dos gemelas de cinco años encaradas a la televisión compiten por ser la primera en decirlo. Incluso antes de que el anuncio muestre por completo el juguete, ya empieza a tabletear la conocida ametralladora verbal, que también vuelve a casa por Navidad: “¡Me lo pido, me lo pido, me lo pido…!”.

  ¿Qué deben hacer los padres ante este hostigamiento publicitario? Sobre todo cavar trincheras estableciendo defensas propias para contrarrestar la ofensiva. Es decir, aplicar el sentido común, estimular el sentido crítico y marcar límites.

  Los niños son el blanco de la industria del juguete. Pero también un objetivo interpuesto, dependiendo de la edad, ya que ellos no tienen capacidad de compra directa, sino otra facultad no menos importante: la de influir en sus padres, que son quienes abren la cartera o pasan la tarjeta de crédito. En una estrategia en dos fases, los menores son los destinatarios del bombardeo de mensajes publicitarios para que, en una segunda etapa, influyan en los padres, tíos y abuelos que son quienes acudirán a la tienda de juguetes. Ahí es donde entra en juego el mantra del me-lo-pido.

   “Los niños pueden pedir la luna, porque la Navidad es un tiempo mágico. Ni los Reyes Magos ni Papá Noel tienen limitaciones”. En este entorno fantástico, no van a ser ellos los que pongan freno a la hora de pedir a sus padres buena parte de la oferta que se les presenta en las pantallas de televisión, los escaparates o los catálogos de juguetes.

   “Debemos ser capaces de observar a qué y cómo juegan nuestros hijos y ver con qué disfrutan”. Esa información será fundamental para elegir entre todas las peticiones de juguetes las que mejor se adapten a las necesidades del niño. O  “los intereses lúdicos del niño”. “Cuanto más observas con qué se entretiene y qué le hace disfrutar, más difícil será equivocarse en la elección”. Este sería el papel de los padres: tamizar los impulsos del pequeño y dirigirlos hacia lo que se ajusta a su perfil. Incluso también reorientar hacia la sensatez el consumismo desenfrenado. “Hay muchos juguetes que pueden ser maravillosos pero que no se pueden comprar; la educación también consiste en aceptar que no se puede tener todo”.


Y en este ACEPTAR, que no se puede tener todo, y menos en estos tiempos,  hay  una forma de enseñar a valorar lo que se tiene, aunque sea mínimo.

Los de otras generaciones, jugábamos  con chapas, con canicas, con muñecas normales "sin marcas" ....y SIEMPRE HEMOS SIDO FELICES.

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