EVALUACIÓN DEL RENDIMIENTO ESCOLAR ENTRE CHICOS Y CHICAS
Un artículo publicado en The Atlantic por Enrico Gnaulati, un psicólogo especializado en trastornos infantiles, trata de explicar por qué las capacidades no se corresponden con las notas entre los chicos en edad escolar. Según el autor, sus bajas calificaciones tienen que ver con los criterios seguidos por los profesores para evaluar a los alumnos y las capacidades innatas de cada sexo en lo referido a los estudios.
Las chicas tienen más capacidad para planificar y organizar sus tareas a medio y largo plazo. Esto las hace más aptas para el cumplimiento puntual de los deberes. Además, también gozan de un mayor autocontrol. En un experimento realizado a estudiantes de cinco y seis años, en el que se les pedía que obedecieran a órdenes para las que debían mantenerse atentos (por ejemplo, tenían que señalarse la cabeza cuando se les indicara “señálate el pie”, y así con otras instrucciones contradictorias), la superioridad de las niñas respecto a los niños equivalía a casi un curso académico.
Gnaulati sostiene que la pedagogía y la forma de evaluar más comunes en la escuela de hoy priorizan los puntos fuertes de las chicas, que son los flacos de los chicos: entregar los deberes a tiempo, organizarse el propio trabajo, mantener la atención en largas explicaciones o enunciados, controlarse para levantar la mano antes de hablar, o mantenerse bien sentado. “Es lógico que los chicos se sientan extraños en un ambiente en que las tareas y las capacidades organizativas tienen tanto peso en la nota final”.
En cambio, señala el autor, los exámenes estimulan el afán competitivo que es más fuerte en los chicos, y les ayuda a desarrollar todo su potencial, mientras que pueden producir un efecto estresante en las chicas que les lleve a obtener notas por debajo de sus capacidades.
De acuerdo con Gnaulati, la solución no es sencilla, pero pasa en primer lugar por reconocer las diferentes capacidades y maneras de aprender de chicos y chicas, un tema delicado que no todos se atreven a aceptar.
Las chicas tienen más capacidad para planificar y organizar sus tareas a medio y largo plazo. Esto las hace más aptas para el cumplimiento puntual de los deberes. Además, también gozan de un mayor autocontrol. En un experimento realizado a estudiantes de cinco y seis años, en el que se les pedía que obedecieran a órdenes para las que debían mantenerse atentos (por ejemplo, tenían que señalarse la cabeza cuando se les indicara “señálate el pie”, y así con otras instrucciones contradictorias), la superioridad de las niñas respecto a los niños equivalía a casi un curso académico.
Gnaulati sostiene que la pedagogía y la forma de evaluar más comunes en la escuela de hoy priorizan los puntos fuertes de las chicas, que son los flacos de los chicos: entregar los deberes a tiempo, organizarse el propio trabajo, mantener la atención en largas explicaciones o enunciados, controlarse para levantar la mano antes de hablar, o mantenerse bien sentado. “Es lógico que los chicos se sientan extraños en un ambiente en que las tareas y las capacidades organizativas tienen tanto peso en la nota final”.
En cambio, señala el autor, los exámenes estimulan el afán competitivo que es más fuerte en los chicos, y les ayuda a desarrollar todo su potencial, mientras que pueden producir un efecto estresante en las chicas que les lleve a obtener notas por debajo de sus capacidades.
De acuerdo con Gnaulati, la solución no es sencilla, pero pasa en primer lugar por reconocer las diferentes capacidades y maneras de aprender de chicos y chicas, un tema delicado que no todos se atreven a aceptar.
Reconozco que sí tiene razón este psicólogo, y me da alegría, quizá porque sea mujer; pero nos ha costado mucho que se reconozca que la mujer tiene más capacidades que el hombre, sobretodo en cualidades prácticas de afrontar esfuerzos.
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