LA DAMA DE ORO



Una enérgica mujer judía, casi octogenaria, emprenderá una batalla legal con el gobierno de Austria para que le devuelvan unos cuadros familiares confiscados en tiempos de los nazis. 



Cualquiera reconocerá también que estamos ante una historia, en primer lugar, muy bien elegida, bien contada, magníficamente interpretada –Helen Mirren es un valor seguro y Ryan Reynolds resulta convincente como esforzado abogado– y, sobre todo, muy cuidada.

 El tono, la fotografía, la música, la puesta en escena… todo está al servicio de la historia y de lo que quiere comunicar: hay batallas que merece la pena dar… aunque parezcan perdidas. Esta unidad de fondo y forma, este cuidado por la narración y los personajes, sin grandes pretensiones pero con oficio, convierten a La dama de oro en la típica película que uno puede recomendar a sus amigos sin miedo a equivocarse.

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