"POR FAVOR RECEN POR MI"..... VIAJE DE ALTO RIESGO


El Papa Francisco siempre finaliza sus intervenciones diciendo: "Por favor, recen por mí". El domingo lo volvió a repetir tras el rezo del Ángelus, y con más sentido que nunca. Francisco inicia este miércoles su viaje más peligroso desde que inició su pontificado. Por primera vez se trasladará a África, y además lo hará yendo al ojo del huracán: visita Kenia, Uganda y la República Centroafricana, a pesar de los conflictos abiertos y la amenaza existente en estos países. El viaje durará seis días en total.

Francisco pretende viajar como "mensajero de la paz y la reconciliación" -según ha dicho él mismo en un mensaje de vídeo dirigido a los fieles de estos tres países-,visitará un campo de refugiados y se reunirá con la comunidad musulmana en la mezquita central de Koudoukou, en Bangui, la capital de la República Centroafricana.





 Un obispo en Centroáfrica», que hace días presentó en una parroquia de Madrid en medio de una emoción inusitada, para darse cuenta de que nos encontramos ante alguien que ha hecho  ponerse en el lugar y al lado del otro,  una razón de vida con todas las consecuencias. Nacido en Córdoba en 1954, el misionero comboniano Juan José Aguirre Muñoz lleva 35 años de misión en uno de los países más pobres, martirizados y olvidados del mundo, la República Centroafricana.  Si todo el que llega a África se da una «bofetada de realidad», quien se adentra en la República Centroafricana es atropellado por ella. Obispo  de  Bangassou.
-¿Qué pasa en la República Centroafricana?
-En Centroáfrica está pasando desde dos años que ha llegado una coalición de corte islámico, llamada la Seleka. Cinco grupos. Han entrado en Centroáfrica y han sido como un tsunami. Han pisoteado los derechos fundamentales de las personas. Han sumido al país en un pozo profundo. 
En el mes de diciembre la Seleka, ya en el poder, se resquebrajó, cuando se fueron los mercenarios sudaneses y chadianos que los apoyaban. Esta fragilidad hizo que surgieran grupos de autodefensa no musulmanes que han tenido la idea de vengarse contra los seleka, y se convirtieron en facciones mucho más agresivas, violentas y feroces que la propia Seleka.
 La historia de Seleka y de las desgracias que se abaten sobre su querida Centroáfrica (como él llama a la República Centroafricana) le hizo recordar en la iglesia del Pilar la historia de Zacarías, que veló con lágrimas los ojos de no pocos parroquianos. Después de los abusos cometidos por los seleka contra los cristianos, cuando se volvieron las tornas, tres jóvenes fueron interceptados y apaleados. Dos murieron, pero un tecero «en calzoncillos y ensangrentado, y un con gran tajo en la cabeza, buscó refugio, pese a ser musulmán, en la misión católica».
Cuenta las cosas el obispo Aguirre como un narrador avezado, con imágenes que se graban en la mente del que escucha (o del que lo lee en su libro), embelesado: «Estábamos cantando el Magnificat y nos dimos cuenta de que el Cristo estaba ahí, a la puerta, no en los libros. Le lavamos entre todos, le curamos las heridas y le vestimos. Se llamaba Zacarías, tenía 20 años y era musulmán. Tenía mucha sed porque había perdido mucha sangre. Le pedí a la hermana enfermera que le cosiera las heridas. Aguantó sin anestesia. Le dimos un bolígrafo para que se lo pusiera en la boca y mordiera. Para aguantar el dolor». Ante quienes no entendían que prestara ayuda y salvara a quienes eran sus asesinos, a quienes, como Zacarías, habían violado y se había ensañado con los suyos, el obispo Aguirre les dice: «El Cristo es cualquier persona que viene a pedirnos ayuda, y no se la podemos negar, aunque sea un enemigo. Igual que vivió Jesús el expolio, como lo pintó el Greco, así lo vivimos nosotros en nuestra misión en Centroáfrica».
Se sirve el misionero de la metáfora de los dos elefantes que cuando se pelean es la hierba la que sufre: «Es el pueblo centroafricano, que es con quien yo trabajo, no con los elefantes. Con el pueblo estoy sentado, con él he sido a veces pisoteado, con él estoy contando sus lágrimas, el inmenso libro de lágrimas de mi pueblo que nace de esta situación lamentable en que hemos vivido al margen del progreso. A pesar de que Centroáfrica es un país rico en petróleo, en diamantes, en uranio, no despega».
Aquí  va  el  Papa  Francisco,  ayer  decía  el  Obispo  de  Bangassou,  que  la  gente  recorre kilómetros,  para  verle  y  recuperar  aunque  sea  por  unas  horas  la  paz  que  han  perdido.
El  Papa  nos  dice  "por  favor  recen  por  mi"    pues    del  25  al  30 de noviembre,  hagamos  realidad  esta  petición.

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