EN EL PERDÓN ESTÁ QUE NO HAYA FRACTURAS......
El hombre y la mujer no han sido diseñados para morir sino para ser felices amando hasta su muerte. La vida afectiva de cada uno se acaba solo cuando se produce nuestra muerte y no antes. Por este motivo la vida y la necesidad de ser feliz están íntimamente unidas así que vida y felicidad se necesitan permanentemente la una de la otra, por eso cualquiera de nosotros anhela sentirse vivo y feliz.
Las rupturas matrimoniales son de esas situaciones dolorosas de la vida que tanto a nosotros como a los otros pueden producirnos mucho dolor y sufrimiento. Muchos de los sentimientos y emociones negativas que producen estas situaciones son por lo general bastante inútiles.
“Cuando los problemas no los sabemos resolver de mutuo acuerdo, el dolor hace que la realidad se nos impregne de negatividad en forma de resentimientos y remordimientos”
La onda expansiva de desamor que se produce en cada ruptura matrimonial tiene una dimensión emocional y afectiva va mucho más lejos que la sentencia legal que pone fin a un matrimonio.
Tanto las parejas como sus familias no están nunca suficientemente preparadas para controlar de manera razonable las posibles consecuencias afectivas de la decisión tomada.
Para resucitar como personas de una muerte emocional por ruptura matrimonial, se necesita que volvamos a tener la necesidad de volver a querer vivir en paz y alegría con nosotros mismos y con los demás. Y solo hay un camino para empezar a andar:
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