ROMPE LOS ESQUEMAS QUE TIENES DE DIOS


El  título  de  hoy,  es  fácil  escribirlo,  no  así  el  que  pueda  convencerte  del  modo  que  puedes  romper  los  esquemas  acerca  de  Dios.
Y  cuanto  más  ahondas  en  esa  Humanidad  de  Jesús,  más  te  das  cuenta que  poco  sé....

Siempre  me  llamó  la  atención  aquella  frase  del  apóstol  Felipe,  después de  llevar  tres  años  junto  a  Jesús,  día  y  noche, y  al  escucharle  en  la Ultima  Cena sus últimos  consejos,  le  dice "Señor muéstranos al Padre y nos basta"  Y  Jesús  le  contestó: Felipe ¿tanto tiempo como  llevo con  vosotros y no  me  has  conocido? (Juan, 14, 8-10) Es  que  somos  poca  cosa,  y  nos  aferramos  a  nuestros  esquemas.
No siempre es tan fácil encontrar a Dios en lo más humano, conocerlo. Es como si Dios no estuviese en lo cotidiano. En lo ordinario.


 
Jesús, en Nazaret, aprendió a vivir y a rezar, a amar y a jugar, a escuchar y a entender poco a poco lo que Dios le iba pidiendo. Allí se había dejado enterrado el corazón en años de juventud, en su infancia. Había amado, había sido amado.


Sin fe es difícil ver a Dios en lo más humano, en lo cotidiano. Nos es difícil tantas veces creer en la  bondad  de los que tenemos más cerca. Pero Dios actúa normalmente en lo ordinario.
 
En su aldea, en su hogar, falta fe. Contrasta la fe de la hemorroisa y la de Jairo con la falta de fe en Nazaret. No pudo hacer milagros allí por la falta de fe. Sin fe no hay milagros. Nuestros criterios son muy humanos.


A veces la vida nos rompe los esquemas. Y la realidad supera la imagen que teníamos preconcebida de las personas. 

Las personas que amamos son mejores que sus imágenes, que mis ideas sobre ellas, que mi esquema de siempre donde las meto y las estrecho.

Ojalá siempre podamos sorprendernos y volver a ¡asombrarnos! de la belleza de esa persona a la que queremos. De esa persona que hace cosas distintas de las que yo pensaba, que empieza a hacer cosas nuevas, cosas que yo pensé que no sabía hacer.

De la misma manera, Dios es mucho más que todas las palabras con las que lo describimos, que todas las ideas que sobre Él tenemos. Supera todo lo que soñamos.
 
El otro día una mujer le decía a su marido que últimamente, aunque le conocía desde hacía muchos años, se había dado cuenta de matices en los que nunca se había detenido. Es bonito mirar así la vida. Creer en que el alma del otro es infinita, que no tiene paredes ni casillas, que los límites los ponemos nosotros, no Dios.


Yo puedo elegir  abrirme a Dios en una realidad que no conocía, o quedarme con mi esquema,  mis  ideas,  alejado de la realidad. 

Los vecinos de Nazaret, sus parientes, se asombran ante Jesús.
 
No le dejan ser quien es. No lo quieren como es, con su misión particular, con su originalidad. No entra en el molde de los demás, no entra en el molde de su idea sobre Él. Su idea no encaja con la realidad. Y se alejan. Se quedan con su prejuicio.


No saben ver quién es, no saben ver todo lo que hay en su corazón. Jesús se sintió impotente.  Se  sentiría  mal  para  llegar  a  decir  "nadie  es  profeta  en  su  tierra".  No pudo hacer ningún milagro. Para el milagro hace falta la apertura del corazón. A Jesús no se lo esperaba. Le sorprendió su falta de fe.

¡Cuántas veces Dios rompe mi esquema pequeño! Y no le veo, ni le escucho, porque no hace lo que yo pienso que tiene que hacer, porque no se amolda a mis ideas sobre Él. Porque  quiero  que lo que  le  pido,  sea  atendido  tal  y  como  yo  lo  quiero,  y  si  no  es  así......no  me  sirve.

Ojalá yo sea capaz de abrirme a Dios y aprender, y comenzar de nuevo. Ojalá nunca encasille, nunca rompa con alguien porque ya no es lo que era, lo que yo pensaba que tenía que ser. Nada sana más que el amor incondicional de alguien a nuestro lado. Que me quiere como soy, con mi verdad, con mi misión, con mi sueño.


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