DESEOS O CAPRICHOS
En general, muchos de nosotros vamos acumulando demasiadas cosas con los años. Unas, las necesitamos. Otras están ahí porque las quisimos en su momento. Si desaparecieran, no notaríamos demasiado el efecto.
Tengo experimentado que las cosas si en dos años no las has utilizado, no sirven (cosas intrascendentes, se entiende)
Pensemos en las segundas. ¿Por qué hay abundancia de objetos que no son tan necesarios? Podríamos apuntar algunas razones:
Nos sirven para recordar. Como las velas de la tarta de cuando cumplimos 15 años o el cuadro preferido de nuestro padre. Hay objetos que permanecen con nosotros durante décadas y para nosotros tienen un valor sentimental. (ojo)
Son prácticos para algún propósito. Conforme la tecnología evoluciona, surgen aparatos que cumplen con una finalidad específica, una y no más. Sólo hay que echarle un ojo a la cocina, por ejemplo: cafetera, sandwichera, tostadora, licuadora, yogurtera, heladera, etc. todo eso o se reducen o no los utilizamos.
Nos dejamos influir por la publicidad. Estamos expuestos a unos 3000 impactos publicitarios por día (90 de ellos por televisión). Gracias a eso, compramos más. (No tiremos piedras a la industria del marketing. Ellos hacen su trabajo.) Pero nos demostramos a nosotros mismos, que sin ellos seguimos viviendo.
Nos sirven para impresionar a otros. Satisfechas nuestras necesidades básicas, le mostramos al mundo lo bien que nos va señoreando coche nuevo, reloj caro, ropa de moda, etc.
Llenamos un vacío con ellos: La soledad, la falta de confianza, el dolor de una pérdida, suele pasar que son compensaciones a nuestro estado de ánimo
Para muchos quizás no sea un problema tener muchas cosas. Están contentos así y tienen donde guardarlas.
Pero yo sí me propongo hacer algo al respecto (y quizás a alguien más le interese). Quiero entender mi comportamiento; replantearme mis necesidades y aprender a diferenciarlas de los deseos o caprichos.
¿Cuántas veces habré dicho: “lo necesito”? Necesito ese libro. Necesito unas botas nuevas… Cosa cierta, en bastantes ocasiones. Pero en otras, no. Hubiera sido más acertado decir: “lo quiero”.
He comprado cantidad de cosas diciéndome a mí misma que las necesitaba, cuando en realidad sólo las quería. Quería el momento de novedad, la emoción del estreno, sentirme mejor o premiarme por algo.
No es que me arrepienta. Lo que he decidido es que ahora quiero es ser más consciente de lo que hago y de porqué lo hago. Así podré decidir mejor la próxima vez que compre una cosa nueva.
Deseos o caprichos, ahí esta la cuestión, si no son necesidades.