FUERA AGOBIOS


El agobio ha escalado a tal punto que sientes que vas a reventar. Las obligaciones no dan tregua. Vives en una emergencia permanente. Te encuentras con docenas de tareas que deberían estar listas para ayer. Así, un día tras otro. Y tú, acelerando. Cada día más agotado, deprimido, confuso y desesperado…



El descanso no llega o no basta para recobrar fuerzas. La presión se prolonga. Y la confusión, también. Hay tanto en tu cabeza, que lo urgente y lo importante se mezcla con tareas menores.
Todo es un lío, que te tiene así: agobiado y corriendo de un lado a otro. Lo sorprendente es que sigas en pie y no hayas reventado aún.
Si esto no describe tu realidad, alégrate. Porque este es el día a día de bastantes personas, que llevan un enorme peso sobre sus hombros y han sido atrapadas por la oscuridad del agobio.
Si eres una de esas personas, si quieres calma, claridad y caminar más ligero, puedes probar a hacer lo que sigue.
Di que NO a nuevos compromisos o peticiones que se presenten en este momento.
Da igual lo útiles o bienintencionados que sean. Da igual que te lloren, que te insistan o que traten de inducirte a la culpa. Di que no, si no es un asunto prioritario.
Las personas que importan entenderán que estás sobrecargado ahora mismo. Muchas, apreciarán tu honestidad y preferirán la negativa a que cumplas con ellos de mala gana.
Para aclararte con el lío de pendientes, la escritura es un buen recurso. Hazte con un papel y vuelca ahí lo que llevas en la cabeza: compromisos, tareas en curso, tareas por empezar y fechas límite.
Solo con eso, notarás un alivio. Cuando llevas tanta información en la cabeza compitiendo por tu atención, está todo mezclado.
Eso provoca confusión y que, continuamente, te asalte la idea de estar olvidando algo importante. Cosa que contribuye a que te agobies más aún.
Cuando revises la lista que has hecho, verás que hay tareas que llevan pocos minutos. Son pequeñas (llamadas, gestiones rápidas, ultimar un asunto…).
Puedes agruparlas por similitud y reservar un hueco del día para ir despachándolas. En 10 minutos podrías quitarte unas cuantas piedrecitas de estas.
Los proyectos mayores, igual. Reserva unos minutos para ocuparte de ellos. En lugar de abordarlos en bloque, divídelos. Avanza despacio.
Verás que, en cuestión de pocos días, empiezas a notarte más ligero. O, si no es así, lo que sí es seguro es que habrá mermado la sensación de que vas a reventar de un momento a otro.
Es natural que cualquiera se agobie cuando tiene un enorme lío en la cabeza y no sabe a qué echar mano primero. En esas circunstancias, esos tres pasos que has leído, pueden obrar una pequeña-gran diferencia.
Te ayudarán a deshacer el atasco y la confusión. Te ayudarán a ver que sí estás moviéndote y acabando cosas. Caminarás más ligero.
Tú puedes tomar el control y abordar la situación de un modo diferente. ¡Hazlo!

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