MENSAJE FINAL DEL SÍNODO PARA LA NUEVA EVANGELIZACION
Obispos presentan mensaje final del Sínodo para la Nueva Evangelización
Después de tres semanas de intercambio de opiniones y consultas con expertos eclesiales, la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos aprobó esta mañana por unanimidad, el mensaje final de esta histórica cita.
Mons. Betori señaló que se trata de un mensaje "ante todo alentador y de exhortación", y que en la transmisión de la palabra del Evangelio, los cristianos "no podemos tener miedos, porque si lo tuviéramos negaríamos la existencia del Cristo".
Además, explicó que para la elaboración del texto siguieron un proceso de votación de comunión, en el que no hubo mayorías ni minorías, y recordó que el objetivo del mensaje en sí mismo, debe esperar a la Exhortación Apostólica, que deberá ser firmada previamente por el Papa Benedicto XVI.
El mensaje del Sínodo incluye como novedad unas palabras dedicadas a la Iglesia en los diversos continentes del mundo, y sus respectivas regiones.
BENEDICTO XVI "Nos llama la atención en particular como se han desarrollado a través de los siglos en vuestros países formas de piedad popular fuertemente enraizadas en los corazones de tantos de vosotros, formas de servicio de la carIdad y de diálogo con las culturas. Ahora, frente a los desafíos del presente, sobre todo la pobreza y la violencia, la Iglesia en América Latina y en el Caribe os exhortamos a vivir en un estado permanente de misión, anunciando el Evangelio con esperanza y alegría, formando comunidades de verdaderos discípulos misioneros de Jesucristo, mostrando con vuestro testimonio como el Evangelio es fuente de unas sociedad justa y fraterna. También el pluralismo religioso interroga a vuestras Iglesias y les exige un renovado anuncio del Evangelio", expresaron los 262 obispos al dirigirse hacia América Latina.
El mensaje total recorre a través de 11 páginas, 14 puntos básicos para anunciar el Evangelio. Entre ellos, destaca el saciar el deseo más profundo del corazón; el encuentro personal con Jesucristo en la Iglesia; la escucha de las Escrituras; evangelizarnos a nosotros mismos y disponernos a la conversión; reconocer en el mundo de hoy nuevas oportunidades de evangelización.
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