TIEMPO DE ESPERANZA, ADVIENTO



―¿Por qué tardó tanto Jesús en llegar a la tierra? 
―Porque Él lo dispuso así. Nos dijo que debía aparecer casi al final de la historia, cuando apenas quedasen unos pocos milenos para su segunda y definitiva venida. 
    Antes de eso pasaron miles de millones de años. ¿Por qué? Podría deciros que no es sencillo dejar bien dispuestas las galaxias sin olvidar detalle alguno. Fijaos sólo en lo que cuesta preparar en cualquier casa la mesa de Navidad con el árbol y el Nacimiento incluidos. Pues bien, Dios no es minimalista. Es verdad que no necesita del tiempo; le basta un instante de eternidad para crear y recrear el mundo un millón de veces; pero él se deleita en el número de pétalos de cada flor, en la gama completa de los colores del universo, aunque la mayor parte no sean vistos jamás por ojo humano. Y le gusta que los ángeles opinemos, que vayamos coloreando las cosas que salen de su corazón y pongamos música al surcar de los planetas, al roce de la brisa con árboles del bosque, al eco de las montañas.
               
         Gratias agimus tibi propter magnam gloriam tuam!  Te damos gracias, Señor por tu inmensa gloria, por esa leve chispa de luz que los hombres y los ángeles podemos contemplar en este mundo.  Valdría la pena sufrir mil veces las penalidades de la vida humana en la tierra sólo por presenciar una vez el espectáculo grandioso y terrible del amanecer en cada uno de los planetas que llenan las galaxias.
     ¿Pero acaso no vale pena también sufrir lo que sea necesario por ver sonreír a un niño, por enjugar las lágrimas de un inocente o por sentirse querido sin condiciones, incluso por aquellos que conocen vuestras miserias?
                            ¡Si los hombre entendierais el don de Dios!

    

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