UN DOMINGO DE RAMOS LLENO DE EMOCIONES POR LAS CALLES



Me  hacía  una  de  mis  preguntas, que os decía  el  otro  día  al  ver  el  ambiente  de  penitencia, de  amor  a  esos  pasos  tanto  de  los Cristos,  como  de  la  Virgen.... colas  de  penitentes  llevando  sus  cirios  o  sus  cruces  en  el  hombro,  y  me  preguntaba  ¿estas  personas  porqué  hacen  ésto?  tienen  que  creer,  tienen  que  amar,  tienen  que  sufrir  por  algo......y  luego  porqué  nos  comportamos  como si  no  hubiéramos  vivido  con  pasión   este  momento?



Domingo de Ramos, una hipérbole que trasciende su sentido litúrgico en Sevilla para convertirse en un aldabonazo de sensaciones tan soñadas como esperadas. Calles llenas a reventar en visitas a parroquias, iglesias y capillas bajo el obligado sol y el día espléndido, como correspondía. No podía haber otro marco más asimilado a la percepción del día de la entrada de Jesús en Jerusalén, en medio ahora de un paisaje humano acicalado, que viste sus mejores galas y parece estrenar vida.

Ayer, Sevilla se desparramó desde temprano, una hora menos en la comunidad del reloj, para hacer pacientes colas en los templos de las ocho cofradías de la jornada —siempre hay que recordar que la Borriquita y el Amor son la misma—, que pusieron dieciocho pasos en la calle en un día de pleno, sin incidencias destacables y con mucho entusiasmo en la ciudad que se divide desproporcionadamente entre quienes ocupan los palcos, rodeados de paneles para que no se escape una estampa gratis, los que llenan las sillas y los que (la gran mayoría patria y foránea) siguen su ruta y pelean por su espacio al paso de tramos y tramos de nazarenos, casi 10.500 sin contar con acólitos, monaguillos y demás componentes de los cortejos, en los que habría que realizar los famosos conteos por papeletas de sitio presentes y no por capirotes, amén de más de una veintena de bandas con decenas de músicos.
La Virgen de la Paz por el Parque de María Luisa
La Virgen de la Paz por el Parque de María Luisa

Paz del Porvenir

Sin ser la primera cruz de guía en el centro neurálgico, la primera atención —y es tradicional identificar el inicio de la Semana Santa con un nazareno blanco del Porvenir—, abre el día en la parroquia de Isacio Siguero, San Sebastián, y las prácticamete doce horas en la calle para cumplir su estación de penitencia a la Catedral (con ocho minutos más en la Carrera Oficial ganados en el reparto). Siempre espléndida la cofradía en su salida, precedida por el escuadrón de caballería de la Hermandad y su paso por la Plaza de España y el parque de María Luisa, que cuela susverdores en el palio de malla transparente de la Virgen, que será coronada canónicamente en octubre de 2016. En el Porvenir también se escuchó esa primera llamada de Antonio Santiago: «¡Osuna!», acicate para esos «legionarios» del Cristo de la Victoria, que celebra el 75 aniversario de su bendición por el canónigo cofrade José Sebastián y Bandarán (cuyos restos reposan a los pies de la Esperanza de Triana).

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