¿¿¿HASTA DONDE PUEDO SER INDEPENDIENTE????
Todos hemos venido al mundo como niños totalmente dependientes de otros. Hemos sido dirigidos, educados y sustentados por otros durante bastante tiempo, y está claro que si no hubiera sido así no habríamos vivido más que unas pocas horas, o a lo sumo unos pocos días. Después, nos fuimos haciendo cada vez más independientes. Se podría decir que nos fuimos haciendo cargo gradualmente de nosotros mismos.
En cambio, una persona independiente se desenvuelve por sus propios medios, tiene su propia opinión sobre las cosas y sus propias pautas para la construcción de su vida.
Sin embargo, esa independencia personal, que es un logro decisivo en la vida, ha de tener también su justa medida. Porque ser absolutamente independiente no parece que sea el gran paradigma de la existencia. Entre otras cosas, porque los más altos logros de nuestra naturaleza tienen siempre que ver con nuestra relación con los demás. Es imposible vivir ajenos a los demás, porque siempre nos necesitamos, y cuando se da esa independencia casi total, no se llega a buen final, se puede en muchos casos acabar en dependencias mucho más amargas.
La vida, por naturaleza, es interdependiente. El hombre no puede buscar la felicidad poniendo la independencia como valor central de su vida. De entrada, porque cualquier logro en la vida afectiva de una persona pasa necesariamente por depender en cierta manera de su mujer, su marido, sus hijos, sus amigos, su proyecto profesional, etc. Por otra parte, todos necesitamos depender también de unos principios, ideales y valores personales acertados.
Es un tema que hay que educar e inculcar desde pequeños, cuando los niños se rebelan y no quieren estar sujetos a unas normas de conducta, o ir conduciendo sus ideas de liberalismo.
En definitiva, se puede ser independiente y comprender que se avanza más trabajando en equipo, que necesitamos enriquecer nuestro pensamiento con los de otras personas, que hay que ser fiel a unos valores seguros, o que todo hombre necesita dar y recibir afecto. La vida ha de plantearse buscando compartirla profunda y significativamente con otros, y esto siempre supone un contrapunto a un afán de independencia mal entendido, y un síntoma de egoísmo.