......ES MUY CARA, RECUPERALA!!!!!!



Siempre  digo  que  lo  más,  más  caro  del  mundo,  de  la  vida  misma.....es  tener  paz.

Podemos  tener  mucho  trabajo,  relaciones,  circunstancias  distintas.......pero como  en  todo  ello  no  tengamos  esa  paz  interior......es  un  desorden  monumental.

Esto es algo que mucha gente pasa por alto, pero es uno de los factores más importantes para sentirse mejor con uno mismo.





Esta  frase  es  muy  cierta.....  porque  no  tener  paz  nos  desequilibra,  hacemos  todo  de  una  manera  aturdida,  revuelta.

Hay  personas  o  circunstancias  que  nos  hacen  perderla,  entonces  busca  el  remedio

¿Qué mejor forma de sentirse bien con uno mismo que pensarlo e imaginarlo? Y es que si “inundámos” nuestra mente de positivismo y de pensamientos optimistas, quizás esto nos ayude a sentírnos mejor a corto plazo.

¿Qué hacer para supe-rar los momentos de angustia y de temor, conservando la confianza y el abandono? 
es fundamental que lleguemos a com­prender un día que el itinerario  de la  vida, que se nos pide es mucho más eficaz, más corto y también mucho más fácil cuando el hombre aprende poco a poco a conservar en cualquier cir­cunstancia una profunda paz en su corazón.

La paz interior de la que se trata es la del Evangelio; no tiene nada que ver con una especie de impasibilidad, de anulación de la sensibilidad o de una fría indife­rencia encerrada en sí misma de las que podrían dar­nos una imagen las estatuas de Buda o ciertas actitudes del yoga.

 Al contrario,  es el corolario natural de un amor, de una auténtica sensibilidad ante los sufrimientos del prójimo y de una verdadera compasión, pues solamente esta paz del corazón nos libera de nosotros mismos, aumenta nuestra sensibilidad hacia los otros y nos hace dispo­nibles para el prójimo.

Hemos de añadir que únicamente el hombre que goza de esta paz interior puede ayudar eficazmente a su hermano. ¿Cómo comunicar la paz a los otros si carezco de ella? ¿Cómo habrá paz en las familias, en la sociedad y entre las personas si, en primer lugar, no hay paz en los corazones?

Su arma principal no es la firmeza natural del carácter o la capacidad humana, sino la fe, esa adhesión total a Cristo que le permite, incluso en los peores mo­mentos, abandonarse con una confianza ciega en Aquel que no puede abandonarlo. «Todo lo puedo en Aquel que me conforta» (Flp 4, 13).

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