UN HOMENAJE A ISABEL SOLÁ

Desde  que  escuché  esta  noticia,  la  figura  de  esta  mujer  española, Isabel Solá,  valiente,  generosa,  alegre,  con  un  corazón  grande  capaz  de  dar  su vida por  aquellas  gentes  de  Haití,  quería  tenerla  en  mi blog,  y  que  quien me  lea  rece  por  ella  y  por  tantos  que  encuentran  la  muerte  haciendo  el bien.


«Yo viví el terremoto de Haití en carne propia el 12 de enero de 2010. Los primeros días tras la tragedia estuve trabajando en un hospital. La mayoría de los heridos tuvieron que ser amputados. Tuvimos que hacer allí toda clase de intervenciones muy difíciles. En el momento en que ocurrió el temblor había en mi parroquia una reunión del comité litúrgico en el que murieron todos». Este era el testimonio de la misionera española Isabel Solá Matas, religiosa de la congregación Jesús María, natural de Barcelona que vivía y trabajaba ayudando a los más pobres de Haití desde el 2010, año en el que fue testigo directo de la catástrofe natural que azotó al país dejando una cifra de 316.000 muertos y más de un millón de damnificados.
Desafortunadamente, la mañana del 2 de septiembre de 2016, los medios de comunicación se hacían eco del trágico incidente de robo en el que Isabel fue asesinada tras recibir dos disparos mortales cuando se encontraba en las proximidades de la catedral de la ciudad en Puerto Príncipe. Por el momento se desconoce la identidad de los autores del crimen que abrieron fuego contra ella mientras conducía su vehículo por la capital haitiana, según aseguraron medios locales.
«Dios perdone a sus asesinos. Este suceso nos sacude pero forma parte de una cruel realidad de violencia que crece cada vez más. Me pregunto…¿qué hacen la policía y Gobierno para frenar estos crímenes? Nuestra hermana Isabel ya se encuentra en la casa del Padre. Rezamos por su alma», escribe Edgardo Salas Neira desde Arequipa, Perú.
«Cuánta miseria rondando en esta sociedad. Cuánta ceguera hay en el corazón de aquellos que pasan por esta vida haciendo el mal, sin darse cuenta de que el verdadero sentido de nuestra existencia es la búsqueda y el encuentro personal con Dios, a través del amor que ofrecemos a nuestros hermanos, al prójimo, en cuyo corazón también habita Dios.
En recuerdo de Isabel Solá, compartimos un significativo fragmento de la carta que envió a la institución eclesial OMP (Obras Misionales Pontificias) después de sobrevivir al terremoto que asoló a Haití.
«Pensaréis que cómo puedo seguir viviendo en Haití, entre tanta pobreza y miseria, entre terremotos, huracanes, inundaciones y cólera… Lo único que podría decir es que Haití es ahora el único lugar donde puedo estar y curar mi corazón. Haití es mi casa, mi familia, mi trabajo, mi sufrimiento y mi alegría, y mi lugar de encuentro con Dios. Al final, para poder vivir aquí, tuve que comprender y aceptar que no estaba aquí para salvar a nadie o para cambiar nada. Y ni por asomo me podía imaginar que un terremoto me iba hacer bajar la cabeza literal y espiritualmente hasta hacerme comprender profundamente que el único que salva es Jesús. Después de vivir algo así, he experimentando cada día como un regalo de Dios y que no merecemos nada, todo es don, tanto lo que consideramos bueno como lo malo: que el sufrimiento no es algo malo que nos ocurre sino una lección que no hay que saltarse porque nos hace más humanos y menos ambiciosos».

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