EDUCAR CON PACIENCIA


Ser pacientes con  los  niños  no significa que les dejemos pasar las malas acciones. En estos casos, no debemos exagerar los hechos, sino corregirles con justicia y enseñándoles a arreglar el daño infligido. Y es que hay que destacar que educar con paciencia no está reñido con la exigencia. Al revés, la exigencia con cariño es la clave para no perder la paciencia con los hijos, y tan perjudicial resulta la permisividad como la irritabilidad.


Serenidad, firmeza, control y saber esperar son dosis requeridas en grandes cantidades por los padres de familia para encaminar a sus hijos y no perder la paciencia. Ser papá o mamá no es tarea sencilla y menos en un mundo en constante movimiento en el que se realizan muchas actividades, lo que puede llevar a perder el control.

Para el psicólogo Gonzalo Jiménez, "es importante que los padres recuerden que los niños no pueden ser tratados como adultos que lo saben todo. Para no perder la paciencia, cuando hablas con tu hijo o le exiges debes tener presente que tiene pocos años, que aún no tiene claro lo que es vivir en sociedad, las normas, y que su forma de asimilar es diferente".

Bajo estas precisiones enfatiza que para no perder los nervios ni la paciencia, "cuando de educar hijos se trata, es conveniente proceder en forma calmada,    autodominarse, reflexionar, propiciar el diálogo y cargarse de mucha, pero mucha paciencia".

 Mediante el cariño, obtendremos la luz necesaria para descubrir los cambios pequeños que día a día se producen a medida que los niños avanzan en su desarrollo. Los  niños van aprendiendo poco a poco, y en lugar de pasar estos avances por alto, lo mejor es que les felicitemos por sus pequeños avances: ya se sabe atar los cordones, vestirse él solo,  pídele perdón. No creas que pierdes la autoridad, sino todo lo contrario. Explícale por qué está mal lo que ha hecho, pero dile que le quieres mucho y abrázale.

Es importante que no etiquetemos al niño,  "eres  un  desastre",  porque sería algo totalmente injusto (tengamos en cuenta que está aprendiendo) y esa apreciación por parte de los padres le puede herir.

Saber  afrontar el pataleo. Más tarde, cuando esté más calmado, decidle cómo tiene que pedir las cosas y dadle una segunda oportunidad. 

La paciencia es la actitud que lleva al ser humano a poder soportar cualquier contratiempo y permite ver con claridad el origen de los problemas y la mejor manera de solucionarlos. Es una virtud que ayuda a enfrentar tranquilamente las tribulaciones y a aceptar con serenidad el dolor y las pruebas de la vida.

Aprender a esperar pacientemente es una virtud. Una de las características de la desesperación es que se ve todo negativo; el hombre paciente aprende a sobrellevar las dificultades. A través de la actitud interior, que se adopta ante las circunstancias externas, se puede alcanzar la felicidad.

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