FIDELIDAD A LA PALABRA DADA


La fiesta de San José que  hemos  celebrado  estos  días,  nos  pone ante nuestra mirada la belleza de una vida fiel. José se fiaba de Dios: por eso pudo ser su hombre de confianza en la tierra para cuidar de María y de Jesús, y es desde el cielo un padre bueno que cuida de nuestra fidelidad.




A lo largo de la existencia, la fidelidad se renueva. Una persona casada renueva su amor cada día, y de modo especial en algunos aniversarios. Así ese amor crece siempre más.

 Cuando se sigue una llamada de Jesucristo, se actualiza también una decisión de entrega por amor. Cuando se dice que sí por primera vez a la llamada, no se sabe todo lo que Dios va a pedir, pero uno ya quiere darse del todo y para siempre.

 La fidelidad consiste en el cumplimiento de aquello a lo que uno se ha comprometido; es una virtud unida a la veracidad y a la fiabilidad, porque hay una coherencia entre la palabra dada por una persona fiel y sus acciones. 

La fidelidad tiene, pues, un aspecto dinámico: la existencia humana está sujeta a cambios, y la fidelidad es como una fuerza que conquista el tiempo, no por rigidez o inercia, sino de un modo creativo, integrando las nuevas circunstancias de cada día en su compromiso y dando así continuidad, seguridad y fecundidad a la existencia, para entrar en la felicidad del Cielo

Nuestra vida no es siempre fácil, no es un camino de rosas. Dios cuenta con el sufrimiento como parte de toda fidelidad; lo  experimentamos  y  es  en  esas  circunstancias  cuando  demostramos  la  fidelidad. Unas  veces  por  motivos  de  carácter,  de  cansancio,  de  asumir  momentos  duros, de  deseos  de  libertad,  de  pensar  que  ya  es  mucho  lo  que  he dado, humanamente  lo  que  me pasa  no  tiene  explicación  ¿porque?   y queremos  dejar  de  ser  fieles......

La fidelidad se fundamenta en el amor de Dios y es la perfección del amor:  a  lo  humano  es  muy  difícil  ser  fiel  a  la  palabra  dada,  a  ser  coherentes.....hay  que  buscar  un  soporte  sobrenatural  para  poder  hacer,  realizar,  vivir,  con  fidelidad.



 Nuestra fidelidad se construye en particular desde la aceptación de nuestras culpas y nuestra petición de perdón: «si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es Él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda iniquidad» (1 Jn 1,9). Esto es esencial en nuestra vida: para ser fiel es necesario reconocer las faltas personales, pues necesitamos una purificación del corazón. Si al acercarnos al Señor no empezásemos diciendo «mea culpa», como hacemos en la Santa Misa, no  llegaríamos a nada.

La libertad está integrada en la fidelidad, puesto que no hay perseverancia auténtica sin amor. Solo por ese amor se mantiene la fidelidad: . Y con la fidelidad, la alegría, también cuando se presenta el sufrimiento físico o espiritual: con la fe en el amor divino, «un hijo de Dios, un cristiano que viva vida de fe, puede sufrir y llorar: puede tener motivos para dolerse; pero, para estar triste, no» San Josemaría, “Las riquezas de la fe”

Por  eso  hoy  vemos  como  esta  virtud,  esta  fuera  de  la  realidad  de  la  vida:  hago,  vivo,  amo,  ...a  mi  capricho,  no  pensando  que  tengo  un  compromiso  al  cual  me  debo,  sabiendo  que  si , que  el  camino  de  la  vida  tiene  muchas  etapas,  y  algunas  son  muy  difíciles.

Pero  "adelante,  adelante"  vive  de  fe,  y  verás  las  cosas  de  otra  manera.  Sé  fiel  y  serás  feliz.


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