FRIVOLIDAD BLASFEMA EN LOS CARNAVALES
Me ha llegado al móvil sin exagerar así como veinte veces que firme para pedir respeto por los carnavales de Las Palmas, con una imagen satánica......
¿Tanto morbo damos los cristianos a la gente sin fe, para que blasfemen de esta manera algo tan sagrado como la Crucifixión de Cristo?
Perdón, por lo que voy a decir "que se rian de su madre"
Os dejo la carta escrita del Obispo de Gran Canaria Francisco Cases en
desagravio por este acto y a la invitación eucarística en desagravio.
"Francisco Cases ha manifestado que ahora está viviendo el día más triste de su
estancia en Canarias y ha asegurado que “ha triunfado la frivolidad
blasfema” en la gala Drag del Carnaval, tanto en los votos como en los
aplausos de “una muchedumbre enardecida”.
No te recuerda ésto a la pasión del Señor, todos como fieras "crucificale, crucificale"
El obispo de Canarias también se ha preguntado si no hay límites para la libertad de expresión, si “todo vale” en las manifestaciones festivas y si no hay recursos para cortar la frivolidad blasfema que ofende a muchos ciudadanos.
Lo primero que ha brotado de mi corazón ha sido pedir perdón, a nuestro Salvador y a su bendita Madre, también nuestra. Perdona a mi pueblo, Señor. Perdona a tus hijos, Madre. Perdóname a mí, que debo responder por ellos ante ti. Perdona a tantos como formando parte de la comunidad cristiana no damos el debido testimonio
Deseo invitar a cuantos lo deseen a participar en la Eucaristía que celebraremos para dar gracias a Dios por nuestro Salvador y por nuestra Madre; pedir perdón porque el testimonio de nuestras vidas creyentes no es lo suficientemente vigoroso y coherente en la convivencia social; y para pedir fuerza para que la Misericordia que Padre Dios nos manifestó y nos dio con su Hijo Jesús sea siempre la señal de nuestro actuar privado y público.
Celebraremos esta Eucaristía en la Santa Iglesia Catedral el próximo día 3 de marzo, viernes, primero de Cuaresma, a las 7.30 de la tarde. Os esperamos."
Francisco, Obispo de Canarias.
Esa es la pena, que nuestro testimonio de fe de vidas creyentes, no es lo suficientemente vigoroso y coherente en la vida social. Nos falta valentía para defender nuestra fe.