UNA VIDA PLENA....

En  la  vida  hay  momentos  alegres  y  otros  tristes,  como  el  fallecimiento  ayer  de  Chema,  que  no  pudo  vencer  el  cáncer.

Padres  generosos....dieciocho  hijos,  quince  vivos,  y  Chema  sin  cumplir  los  50....

Estas  vidas  tienen  mucho  contenido,  vi  un  video  de  los  dos  presentando  un  libro,  y  sus  caras  llenas  de  alegría  y  sonrisas,  que  explican  cómo  se  vive  asi,  tambien  con  puntos  diferentes  de  caracter,  pero  por  encima  de  todo  el  amor  entre  ellos  y  sus  hijos.

"Que  tu  vida  no  sea  una  vida  esteril,  sé  util  deja  poso"  Camino, 1.  Pues  este  es  el  resumen  de  Chema.


Un  amigo  y  compañero  de  fatigas  escribe  ésto  y  no  me  resisto  a  dejarlo en  el blog:

"Me resistía a este momento. No quería escribir sobre Chema. Me parecía que no había papel ni teclado capaces de resistir la energía del trazo que una vida como la de Chema reclama. Siempre por delante, junto con Rosa. Por delante en el amor. Por delante en la entrega. Por delante en la generosidad. Por delante en el dolor. Por delante en la amistad. Por delante en la actividad. Por delante en la contemplación. Por delante… en el Cielo.

Hace más de 25 años, un grupo de matrimonios jóvenes iniciamos con Rosa y Chema la que su suegro, Rafael Pich, llamaba la nueva era de la orientación Familiar, la nueva era de la felicidad para miles y miles de familias. El curso de Primeros Pasos, y el de Primeras Letras y Decisiones y Adolescencia y Amor Matrimonial…

 Y Chema, con su muñeca, como en la foto, a todas partes, enseñando lo grande y lo pequeño. Enseñando el amor. Lo que quieras aprender, enséñalo, decía Rafael, y a él le resultaba fácil, muy fácil, porque se limitaba a enseñar lo que él era, un corazón inabarcable, sin afán de protagonismo alguno. Hacer y desaparecer, pero desaparecer estando ahí, en la sombra, al servicio de todos.
Nunca un no. Una llamada de Mari Carmen Navarro, desde el Fert: “Chema, nos ha fallado un moderador. Su sesión es dentro de dos horas… en Lleida”. Y Chema cogía su petate, su muñeca, apretaba el corazón entre sus dedos y salía hacia Lérida.

Y, después, los países. Desde la IFFD, federación que coordina los cursos de orientación familiar en todo el mundo, ni siquiera teníamos que llamarle. Brasil, Hong Kong, Corea, Chequia, Eslovaquia, Croacia, Eslovenia, Costa de Marfil, Ucrania y tantos otros. Era él quien llamaba. ¡A la vuelta! Con todo hecho… y muchas veces, nosotros sin saberlo, y todo en marcha. Los lugares más comprometidos. Siempre dispuesto. Con Rosa, la mejor embajadora de la familia, llevando su libro, “¿Como ser feliz con 1,2,3… hijos?” y, con él, la verdadera vida de familia por todo el mundo.

Su última locura fue el Family Enrichment Holidays en Torreciudad. Quince días de vacaciones para los demás. Y Rosa y él sirviendo a las familias que venían de lugares lejanos para formarse como directivos de las actividades de Orientación Familiar en sus países. Recogidas en aeropuertos, viajes arriba y abajo, organización de actividades, sesiones de formación… Y la sonrisa permanente. Nunca pasa nada. Nada te turbe, nada te espante…

Chema tenía un sueño. Y lo vivió con Rosa. Un sueño que -hoy lo está comprobando- es un pensamiento divino: el sueño del amor sin límites. Amor a Rosa, a sus 18 hijos -tres, con él, en el Cielo- y también, en lo que a mí más me ha tocado vivir, a todas las familias del mundo. Quien no ha conocido a alguien como Rosa y Chema difícilmente puede entender la capacidad de expansión del corazón humano, que crece y crece y crece cuando se olvida de sí y se da sin reservas.

Estos días, rezando por la curación de Chema, pensaba que, con diez como Rosa y Chema, daríamos la vuelta a esta ciudad de Barcelona y, desde ella, al mundo entero, para hacer de él la Familia que nunca debió dejar de ser. Chema se sabía miembro de esa familia humana y luchó toda su vida por mantenerla unida y acercarla, uno a uno, corazón a corazón, como han de ser tratadas las personas, al Padre común.

Les confieso una pequeña intimidad: tengo la costumbre de pedir a Dios que me conceda un cachito, aunque sea pequeño, de la virtud más destacada de las personas próximas a mí que nos dejan, en la certeza de que ellas las tienen ya en grado sumo.

Encontrar diez Chemas es un imposible metafísico, pero nos queda Rosa… Con tu permiso, Rosa, me atrevo a pedir a todos cuantos lean estas palabras que hagan como yo y pidan al Señor que les conceda algo, por poco que sea, de Chema. Y quizás entre todos podremos ir colmando poco a poco ese gran vacío que ahora sentimos… y que Chema, irrumpiendo desde su nuevo hogar silenciosa y discretamente, como siempre hacía, sabrá llenar y desbordar con sobreabundancia de todas las cosas buenas que pidamos por su medio.


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