LOGRAR UN EQUILIBRIO EMOCIONAL


El equilibrio  emocional como objetivo no es un proceso lineal y ascendente sino más bien se representa por una línea quebrada, con sus más y sus menos, que convierte la biografía de cada uno de nosotros en una historia de avances y retrocesos, de estar sanos mentalmente y estar menos sanos, donde lo que cuenta es cómo vamos superándonos como personas, es decir, nuestros pequeños y grandes logros cotidianos.


equilibrio emocional



 Siempre  habrá  situaciones que  hemos   de  superar,  nada  es  fácil,  lo  importante  es  hacerlo  sin  tragedias,  sin  poner  demasiado  el  acento  en  eso  que  nos  cuesta.....

Por esto podemos afirmar que la salud mental es un ‘equilibrio inestable’, que se puede perder y también recuperar. Por tanto, esta pérdida puede ser transitoria o definitiva, como ocurre con las grandes patologías psíquicas que se cronifican (esquizofrenia, depresiones psicóticas, etc.)
Una persona sana mentalmente, no es la que no tiene problemas, ni angustias, sino aquella que ha sabido mantener un equilibrio entre sus deseos y la realidad, entre sus proyectos y sus capacidades, entre sus necesidades y sus posibilidades, entre su dependencia y la relación con los demás. Sabremos, pues, si una persona tiene un alto nivel de equilibrio emocional por su estabilidad en su vida cotidiana y por su capacidad para afrontar los contratiempos diarios.
Podríamos decir que el mundo exterior está identificado por el “tener”, y el mundo interior por el “ser”. Lo primero, pues, está representado por el poseer la casa más grande, el coche más rápido, casarse con el hombre/la mujer más guapo/a, comprar ropa de marca, etc.
 Lo segundo se refiere a los sentimientos de paz, solidaridad, bondad, fortaleza, esperanza y también los sentimientos de ira, rabia, impulsividad rencor, etc., que es preciso encauzar para que el equilibrio emocional no se rompa.
Desde esta perspectiva, el equilibrio emocional, y por tanto la felicidad, consiste en lograr armonía entre el mundo externo y el mundo interno. El desequilibrio produce alteraciones del ánimo y de la conducta que conduce a la infelicidad. Si la balanza se inclina hacia el mundo externo en exclusividad, el ser humano evolucionara hacia una persona insaciable e infeliz; si por el contrario, lo que predomina es el mundo interno negativo, el resultado también es la angustia y el sufrimiento.

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