TE AVERGÜENZAS DE TENER CORAZÓN????


Hoy  la  Iglesia  celebra  el  Sagrado  Corazón  de  Jesús.  Me  entretengo  en  explicar  que  Jesús  en  los  años  que  vivió  aquí  en  la  tierra,  nos  demostró  muchas  veces  y  de  distintas  formas  que  tenía  corazón.  Era  Hombre,  y  este  órgano  vital  le  hacía  llorar,  compadecerse,  cansarse,  tener  hambre,  perdonar,  mirar  con  amor,  buscar  a  sus  amigos ....... y  es  que  todo  eso  radica  en  el  corazón.

Según el diccionario, tener corazón equivale a tener ánimo, valor y temple, capacidad de compasión y franqueza, disposición a la magnanimidad, sensibilidad, generosidad. Podría resumirse: capacidad de manifestar el amor.

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En  ocasiones,  la  gente  se  avergüenza  de  tener  corazón  y  se  manifiestan  frías,  distantes,  duras,  con  autoridad  déspota.....insensibles..... y  que  equivocados están. 

Hoy se habla mucho y se escribe sobre la afectividad, la más importante de las respuestas afectivas es el amor, que representa y sintetiza la madurez de los afectos. Y no olvidemos que en sentido bíblico el "corazón" no señala sólo a los afectos sino a la totalidad de la persona, prueba de la centralidad de esa esfera en la configuración de la personalidad.

En efecto, la profundidad y la plenitud de una persona dependen en gran parte de su capacidad afectiva (capacidad de amar: "tener corazón") y de la cualidad de su vida afectiva. Es decir, de su percepción de valores (lo que considera más o menos bello y valioso) y de su apertura a las necesidades de los demás. De ahí la importancia del arte (la literatura, la poesía, la música, etc.) en la educación. Todo  eso  son  manifestaciones  del  corazón.

Y  con  personas  así......se  puede  ir  uno  al  fin  del  mundo.......

 Para educar la afectividad en una perspectiva cristiana, se pueden señalar tres pasos: superar la dureza de corazón (que nadie sea "indiferente"); purificar lo que aparta de Dios (el pecado); integrar en Cristo todos los valores y afectos.

 Sólo "en Cristo" la afectividad nunca puede ser demasiado intensa. A quien posee un corazón transformado por Cristo se le puede aplicar plenamente la frase de San Agustín: "ama y haz lo que quieras".

Cuantas  veces  se  solucionan  los  problemas,  con  un  gesto  de  cariño,  un  abrazo, un  beso,  una  palabra,  una  llamada.......no  es  tan  difícil!!!!!!...... pero  quien  lo  sabe  y  no  lo hace......qué  pena  de  vida,   se  vive  un  poco  en  la  amargura  y  lo  peor  es  contagiar  esa  amargura.

Es  que  como  la  savia  de  las  plantas,  de  los  árboles  viven  por  ella......  pues  mete  la  savia  de  tu  corazón  en  el  contacto  con  los  demás  y  en  tu  propia  vida  y  verás  los  resultados.


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