VIVIR DEPRISA ES VIVIR MAL
La prisa es muy mala compañera. Salir corriendo de casa. Ir corriendo al trabajo. Comer corriendo. Volver corriendo. Recoger a los niños corriendo. Llevarlo aquí y allá corriendo. Y, cuando llega el final del día, tirarse en la cama o en el sofá como si uno hubiera participado en los mil metros lisos de un campeonato.
La prisa y la sensación de que no hay tiempo y de que se llega tarde a todas partes, hacen que la calidad de vida disminuya considerablemente. Uno pierde la conciencia sobre todo lo que le sucede. Incapaz de saborear ningún momento, la sensación es la misma que cuando uno come y la comida le sabe nada o cuando uno bebe por prescripción médica, sin sed. Muchas cosas que nos bombardean de la mañana a la noche y la prisa nos impide quedarnos con nada. El cansancio físico y psicológico al final de la jornada es tal, que ni siquiera se puede recordar nada ni hablar de nada, ni contar nada, ni compartir nada. Uno sólo quiere coger cama y dormir.
Este ahogo acaba traduciéndose también en un ahogo espiritual. Te vas desconectando de ti mismo, de quién eres, de lo que te gusta y de lo que necesitas. No te deja disfrutar nada y te conviertes en un auténtico superviviente, incapaz de disfrutar de ningún don recibido. La oración suele desaparecer. Y la conversación profunda con los hijos o el cónyuge. O el rato de compartir con los amigos. O, simplemente, un espacio para el silencio activo. O para cocinar. O para leer.
¿Podemos intentar poner freno? Seguramente hay que revisar la vida e intentar ver qué se puede cambiar. Tal vez el trabajo sea absorbente o estamos en demasiadas cosas o los horarios los tenemos mal planificados o queremos abarcar demasiado. Pero aún así se puede empezar a cambiar alguna actitud para presentarle batalla a la condenada prisa
Cuando preguntas o tu mismo piensas porqué corres tanto....si somos sinceros es porque agotamos los tiempos, por ejemplo:
Me levanto con el tiempo justo, y ya desayuno deprisa, y salgo con prisa.
En el trabajo, a lo mejor falta orden.....damos más importancia a lo más fácil y nos queda para el final lo difícil, con lo cual salgo tarde.
También sucede, que no perdonamos algún minuto de leer noticias en internet, contestar algún correo o saber algo de los deportes.
No hay tiempos cortos de cortar, una pausa, un estiramiento, algo que nos motive a continuar.
Las comidas o de atragantarse o de esas de compañeros sin limite.
Creo que si hay algún tema importante familiar, de médicos, de ir a un tanatorio etc etc..... ese tiempo lo sacamos....y para llegar a casa y dedicarnos a ver las caras a las personas que conviven con nosotros......eso ya es otra cuestión.....amamos poco a esas personas o ese tiempo es mío y sigo en mi ruta.
Es fácil decir ¡que deprisa vivimos!!!!..... que no lo niego...pero tu has probado a cambiar hábitos o dejar de ser ¿¿egoísta?????