AMOR DE LOS AMORES
La festividad del Corpus Christie, hay ciudades como Sevilla, Granada, Toledo....que siguen fieles a la tradición al Jueves, y se visten de gala para poder recibir con todos los honores al Cuerpo de Cristo, que siempre vemos en su Catedral, Iglesia o capilla....sale como lo vemos con fe en la Santa Misa, o en una Exposición Solemne....."Dios está aquí" "Cantemos al Amor de los amores" "Jesús amoroso" "Cerca de Ti Señor yo quiero estar..." nos sentimos indignos, porque lo somos....pero no por eso dejamos de reconocer que "una palabra suya bastará
para sanarme"
He leído el artículo de Paco Robles en ABC, y no puedo dejar que leáis la belleza con que describe esta procesión, es un poeta.
En el principio siempre es la luz. La ciudad está condenada y encadenada a esa claridad que ayer estalló con la plenitud del azul. Cielos inmaculados para recordar a Murillo. Patena celeste recortada por las azoteas deslumbrantes de Sierpes, Cerrajería, Cuna, Francos… Luz de Corpus que da a luz el cuerpo de la ciudad antigua. Como si Sevilla fuera una niña recién nacida. Como si todo volviera a nacer en ese frescor de la primera mañana. Procesión temprana como las que deslumbraba al niño que vio la luz en el patio de una casa escondida en la calle Acetres y que se llamaba Luis Cernuda.
Luz de lámparas que alumbran a los enfermos que cuidan las monjas que siguen el ejemplo de Santa Ángela. Luz de cruz en el hábito, en la talla de Navarro Arteaga, en el ascetismo de estera y aljofifa, de ladrillos que nunca olerán a juncia y romero como las calles por dónde pasa el cortejo. Luz de Giralda y en la belleza serena de las santas trianeras. Justa y Rufina sostienen esa luminosidad de quien no se conforma con la penumbra de lo cotidiano que desemboca irremisiblemente en la muerte. Luz de Estrella en el bacalao que precede la plata de San Isidoro, el patrón de Internet que lleva el libro siempre abierto. Luz de su hermano Leandro, que cierra la primera parte de una procesión desmedida y descompensada.
Lo más importante sucede cuando la Custodia se detiene ante nosotros. Antes, el Niño Jesús montañesino en la delicadeza argéntea de su templete. Infancia barroca. Belleza de la inocencia. Dios hecho Niño. El cronista siente ese repeluco que provoca el misterio, lo inexplicable. Ante la Custodia, esa mezcla del asombro y la belleza, de la certeza que se apoya en el instante místico que cierto poeta llamaría el acorde. Comunión espiritual en plena calle. Dios alzado sobre la monumental obra de Arfe. La juncia se mezcla con el incienso, el romero con la emoción. Dios a cuerpo se echa en los brazos del aire.