ABUELO, ME PUEDES LEER UN CUENTO??????
Ha crecido y mucho el trato de los nietos con los abuelos, de tal modo que casi los hábitos de la educación los manejan ellos.
Abuelo. ¿me lees un cuento? esta frase es habitual, porque los niños saben cómo leen los abuelos, (la mayoría de las veces se inventan esas historias)
El libro no es el único medio de transmisión de la cultura, pero sí que es un elemento insustituible, para aprender a comunicarse, pensar con orden y claridad, y expresarse bien.
Al leer enriquecemos nuestro vocabulario, aumenta nuestra cultura, mejoran nuestras conversaciones y nos facilita la relación con otras personas. La lectura es necesaria para el desarrollo de la inteligencia y es un instrumento básico en el aprendizaje escolar. Es conocido que muchos alumnos fracasan en sus estudios por una mala comprensión lectora. El potencial formativo de la lectura se alcanza cuando ésta nos agrada y divierte, cuando se convierte en una afición, en una actividad elegida libremente y con la que se disfruta, pues satisface la curiosidad intelectual.
El ejemplo de padres y abuelos lectores es decisivo para que los nietos amen los libros. Por ello, los abuelos podemos plantearnos el objetivo de hacer buenos lectores a nuestros nietos, lo que será posible si lo vivimos en nuestras relaciones con ellos y mostramos un interés contagioso por la lectura. Los buenos lectores provienen, en su mayoría, de familias en las que se valoraba la lectura y la fomentaban en sus hijos.
En la escuela se enseña a leer, pero es en la familia donde se anima a leer y se educa la afición lectora. La lectura tiene que llegar a ser un goce, un medio de disfrutar y sentirse feliz. Desde edades tempranas, el abuelo mostrará al niño el libro como un instrumento de distracción que le hará disfrutar. Cuando el nieto aún no sabe leer el abuelo utilizará libros infantiles con imágenes que le haremos observar y les preguntaremos lo que representan.
Antes de iniciar el cuento, el abuelo tiene que generar un ambiente de expectación, presentando brevemente la historia para así lograr que el niño desee oírla.
Al narrar el cuento utilizará un lenguaje claro, conocido por el niño, explicándole las palabras que no conozca, hablando despacio, con voz serena y poniendo énfasis en los momentos que lo requieran y, en su caso, relacionando nuestras palabras con las imágenes que aparezcan en el libro. La historia tendrá un desenlace feliz para que el niño se sienta gozoso. El bien triunfará sobre el mal, aunque durante la narración se mantenga la emoción de no saber quién lo logrará. Así iremos cultivando la sensibilidad del niño y será fácil, al hilo de la historia, ir destacando las cualidades valiosas de los personajes.
Al contarles un cuento los abuelos no sólo favorecemos el amor a la lectura, sino que además fortalecemos los lazos afectivos con nuestros nietos.
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