VOLVER A ENCONTRAR EL ENTUSIASMO


Viendo  la  sociedad  que  vivimos,  me  agarro  a  la  Fe,  y  realmente  si  pusiéramos  los  cristianos  más  a  Dios  en  el  centro  de  nuestras  vidas,  todo  lo  veríamos  y  nos  animaría  a  luchar  desde  otra  perspectiva.... Dios  está  conmigo!!!!!  aunque  no  me  ahorre  momentos  difíciles,  por  los  que  pasar,  pero  lo  conllevamos,  y  eso  ya  es  otro  planteamiento.

La comprensión de la fe como un acto de la libertad lleva al Papa Benedicto  XVI a afirmar “la responsabilidad social de lo que se cree”. “La fe implica un testimonio y un compromiso público. El cristiano no puede pensar nunca que creer es un hecho privado. (...) La Iglesia en el día de Pentecostés (Venida  del  Espíritu  Santo) muestra con toda evidencia esta dimensión pública del creer y del anunciar a todos sin temor la propia fe”.
Benedicto XVI hace un llamamiento a favor de “una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe”. La fe se puede comunicar como “una experiencia de gracia y gozo”, dice el Papa, cuando se descubre el amor personal de Dios.
El testimonio de los creyentes, a través de su vida y sus palabras, se hace especialmente necesario ahora que “muchas personas en nuestro contexto cultural, aún no reconociendo en ellos el don de la fe, buscan con sinceridad el sentido último y la verdad definitiva de su existencia y del mundo. Esta búsqueda es un auténtico ‘preámbulo’ de la fe, porque lleva a las personas por el camino que conduce al misterio de Dios”.
Al final de la carta, el Papa se refiere a las pruebas que hacen madurar la fe: “La vida de los cristianos conoce la experiencia de la alegría y el sufrimiento. Cuántos santos han experimentado la soledad. Cuántos creyentes son probados también en nuestros días por el silencio de Dios, mientras quisieran escuchar su voz consoladora. Las pruebas de la vida, a la vez que permiten comprender el misterio de la Cruz y participar en los sufrimientos de Cristo (cf. Col 1, 24), son preludio de la alegría y la esperanza a la que conduce la fe: ‘Cuando soy débil, entonces soy fuerte’ (2 Co 12, 10). Nosotros creemos con firme certeza que el Señor Jesús ha vencido el mal y la muerte”.
La fe lleva al hombre a una nueva vida; le introduce “en la novedad radical de la resurrección. En la medida de su disponibilidad libre, los pensamientos y los afectos, la mentalidad y el comportamiento del hombre se purifican y transforman lentamente, en un proceso que no termina de cumplirse totalmente en esta vida. La ‘fe que actúa por el amor’ (Ga 5, 6) se convierte en un nuevo criterio de pensamiento y de acción que cambia toda la vida del hombre”.
Más adelante, el Papa vuelve sobre esta idea: la fe es “un don de Dios” y es también “un acto de la libertad”. Por eso, “el conocimiento de los contenidos que se han de creer no es suficiente si después el corazón, auténtico sagrario de la persona, no está abierto por la gracia que permite tener ojos para mirar en profundidad y comprender que lo que se ha anunciado es la Palabra de Dios”.

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