SINFONÍA DE LAS PALABRAS


Admiro  a  las  personas,  que  saben  dar  un  buen  uso  al  lenguaje,  que  no  maltratan  las  palabras,  que  saben  darles  esa  entonación,  que  saben  construir  con  ellas  frases  que  hacen  pensar. Podemos  entendernos  gracias  al  uso  de  las  palabras....y  en  nuestros  estudios  primarios  nos  enseñaron  lo  que  significaban  y  cómo  podíamos  hacer  frases  con  palabras.






Es urgente comprender la belleza del lenguaje. Es necesario que nuestras palabras lleven en sí mismas la sustancia de la sinceridad. No debemos usar jamás palabras arrítmicas, inarmónicas, groseras, absurdas.
Cada palabra debe ser una verdadera sinfonía, cada frase debe estar llena de belleza espiritual. Es tan malo hablar cuando se debe callar, y callar cuando se debe hablar. Hay silencios delictuosos y hay palabras infames.
Hay veces que hablar es un delito, hay veces que callar es también otro delito. Uno debe hablar cuándo debe hablar y callar cuando debe callar.
No juguemos con la palabra porque ésta es de grave responsabilidad.
Toda palabra debe ser sopesada antes de articularse porque cada palabra puede producir en el mundo mucho de útil y mucho de inútil, mucho beneficio o mucho daño.
Debemos cuidar nuestros gestos, modales, vestuario y actos de toda especie. Que nuestros gestos, que nuestro vestido, el modo de sentarnos a la mesa, la manera de comportarnos al comer,la forma de atender a las personas en la sala, en la oficina, en la calle, etc., estén siempre llenos de belleza y armonía.
Es necesario comprender la belleza de la bondad, sentir la belleza de la buena música, amar la belleza del arte creativo, refinar nuestra manera de pensar, sentir y obrar.
El sonido del cañón, su estampido, destruye los vidrios de una ventana. Por otra parte, una palabra suave apacigua la ira o coraje; pero una palabra grosera, inarmónica, produce enojo o melancolía, tristeza, odio, etc.
Se dice que el silencio es oro, pero es mejor decir: ¡Es tan incorrecto hablar cuando se debe callar como callar cuando se debe hablar!.
Hay silencios delictuosos, hay palabras infames. Se debe calcular con nobleza el resultado de las palabras habladas, pues muchas veces se hiere a otros con las palabras, en forma inconsciente.
Las palabras llenas de mal intencionado sentido producen fornicaciones en el mundo de la mente. Y las palabras arrítmicas engendran violencia en el mundo de la mente cósmica.
Nunca se debe condenar a nadie con la palabra porque jamás se debe juzgar a nadie. La maledicencia, el chisme y la calumnia, han llenado el mundo de dolor y amargura.

El hombre perfecto habla palabras de perfección. El estudiante gnóstico que desee seguir por el camino de la Revolución de la Dialéctica, debe habituarse a controlar el lenguaje. Debe aprender a manejar la palabra.
¡No es lo que entra por la boca lo que hace daño al hombre, sino lo que sale! La boca surte la injuria, la intriga, la difamación, la calumnia, el debate; todo esto es lo que perjudica al hombre.
Evítese toda clase de fanatismo porque con ello causamos gran daño al hombre, al prójimo. No solamente se hiere a los demás con palabras groseras o con finas y artísticas ironías, sino también con el tono de la voz, con el acento inarmónico y arrítmico.

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